construye la posición de quien declara( de quien tiene el poder de declarar, aclaremos) como superior y a todas luces dominante, a la vez que sitúa la posición cultural indígena en una valoración inferior y subordinada, ya al negarla y manifestar que estas civilizaciones " no tienen cultura ". Más allá de las declaradas buenas intenciones de asistir sanitariamente a esta comunidad aborigen, el obvio prejuicio etnocéntrico de esta diputada viene a negar cualquier posible coherencia y sentido que los miembros de esta comunidad aborigen en cuestión tienen dentro de la estructuración y la lógica de su propia sociedad. Nos hallamos claramente frente a la posibilidad de pensar este uso del concepto de " cultura " desde la posición que García Canclini identifica con la crítica antropológica, aquel que enfrenta la " cultura " a naturaleza y a sociedad.
Finalmente, pensamos que estas declaraciones evidencian un abierto conflicto entre sistemas simbólicos de manera bastante obvia: desde el mismo modo de enunciación( la pregunta retórica, por caso, que despectivamente cuestiona y subvalora las capacidades del otro: "¿ Qué podemos esperar de estas civilizaciones indias?", se pregunta muy desacertadamente la diputada); hasta los supuestos que se manifiestan y se hacen presentes aquí( como, por ejemplo, el supuesto de que los individuos de esta comunidad deben ser o deberían haber sido educados en el sistema de educación formal dominante para poder ser considerados realmente civilizados: " Si se les hubiera enseñado, la cosa habría sido diferente ", dice). Como apunta García Canclini, el poder cultural ejercido por una clase hegemónica sostiene la política hegemónica de esa clase, y lo hace entre los polos de, por un lado, el poder económico y la propiedad de los medios de producción y, por otro, el uso de mecanismos represivos. En efecto, se legitima así la estructura dominante como la forma natural( digamos mejor, naturalizada) de organización social, así como también se oculta, al hacerlo, el hecho de que esta socialización pretendida es causa de una violencia simbólica. Cuando se dice del otro, como en este caso, que " no tiene cultura ", estamos entonces ante una concepción de la " cultura " que podría pensarse, desde una perspectiva marxista, como correlacionada con conceptos de hegemonía e ideología.
Este último concepto, el de " ideología ", es— como señala Ringuelet en su " Notas sobre las clases sociales y la ideología "(* 6)—