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En principio, la idea de "cultura" que subyace a esta declaración
podría pensarse desde una concepción arraigada en la filosofía
idealista que opone "cultura" —entendida como la esfera más elevada
del desarrollo social, y analizada por sus méritos supuestamente
extrínsecos— a "civilización" —como campo de actividades técnicas y
económicas y, por tanto, bienes y actividades digamos "inferiores" del
ámbito de lo estrictamente material indispensable—. Cuando la
diputada afirma que estos indígenas "no tienen cultura", está diciendo
básicamente dos cosas. Por un lado, declara explícitamente que esta
comunidad aborigen carece de educación formal, que no la ha
recibido (esto es, no del modo en el que ella lo entiende desde su
posición: es decir, no han ido a la escuela del estado), lo cual
asociamos con una parte del proceso de socialización relacionada con
justamente la adquisición de una "cultura". Por otro lado, también
declara que esta comunidad aborigen no participa de ciertas prácticas
y costumbres y de ciertos hábitos de la "civilización" que ella
representa: desde el desconocimiento de una enfermedad en cuestión
y cómo prevenirla, hasta el conocimiento y uso práctico de un retrete.
Es en este sentido que, de acuerdo con lo señalado por García
Canclini, podría objetarse a la posición que se desprende de estos
dichos que el uso que se le da aquí al concepto de "cultura" evidencia
la división naturalizada de clases (*3) y es incapaz de "entender [la]
conexión orgánica, necesaria [de la cultura] con la base material".
García Canclini asimismo señala que esta incapacidad de entender la
génesis material de sentido es debida a "[…] la manera abstracta en
que las clases dominantes y los intelectuales que elaboran su
ideología participan en la transformación material de la realidad".
Entonces, esta visión de "cultura" —asociada a la "formación
educacional", en palabras de la diputada cuando relaciona "cultura"
con educación formal— primero invisibiliza cualquier manifestación
cultural de la comunidad aborigen cuestionada (como por caso,
denostar nada más ni nada menos que su lengua: "Si hasta hablan
dialectos diferentes", o plantear sus costumbres de alimentación en
una luz negativa porque no son las propias (*4) : "[…] y hasta comen
el pescado crudo"), y luego sirve así para justificar —al decir de
García Canclini— la imposición del modelo hegemónico que esta
funcionaria estatal vendría a representar sobre la cultura indígena, de
un modo etnocéntrico y acrítico (*5) . Podría asimismo decirse,
entonces, que la idea de "cultura" que se desprende de lo dicho