lo hacíamos en nuestra sección anterior, el hecho de que las comidas tiendan a ser ordenadas y organizadas en torno a rituales es indudablemente evidencia del grado de codificación simbólica( esto es, en tanto práctica cultural) que conlleva la alimentación. En efecto, aquellos rituales que en la“ labor de institución” de la familia son llamados por Bourdieu“ actos inaugurales de creación” y“ actos de reafirmación y de reforzamiento”(* 21) tienen como accesorio de nivel protagónico a la comida, creemos que casi universalmente. Y pueden ser de diverso tipo y tenor, como sabemos: cotidianos, ya sea en el hogar alrededor de una mesa, ya sea frente a la pantalla de un televisor( que, podríamos argumentar, funciona a la manera del fuego del hogar alrededor del cual giran muchas de las actividades de la familia); en una salida gastronómica de fin de semana( como refiere el artículo periodístico que comentábamos más arriba); para una celebración o conmemoración puntual dada, como por ejemplo un casamiento o un cumpleaños( más allá de que— entonces sí, con diferencia de acuerdo a distintas clases sociales— las características del evento varíen y tengan disposiciones y matices diversos); el recibimiento y agasajo de un visitante o recién llegado con comida y / o bebida( de nuevo, con variaciones relacionadas con factores y variables diversas); etcétera. Podríamos argumentar que, en todos estos rituales alrededor de la comida y con la comida como eje central, es posible visualizar asociación del alimento ingerido con el deseo y con el placer. Ya lo dice Eunice Durham cuando sostiene que“ la cultura crea formas de refinar, aumentar y prolongar el placer” y afirma, comparando en su argumentación lo que sucede tanto en el sexo como en la alimentación:
Sabemos todos que la ingestión de alimentos es indispensable para la vida del organismo, pero las personas( y también los animales) no comen para mantenerse en buena forma( a no ser los fanáticos y los atletas). Comen porque sienten deseo y la comida es un placer, y por eso mismo ingieren frecuentemente sustancias peligrosas o aun nocivas. Así, en todas las sociedades hay elaboraciones culturales frecuentemente muy refinadas, tanto en la preparación del alimento como en las condiciones sociales de su consumo, que contribuyen simultáneamente a aumentar y prolongar el placer, y para ordenarlo y atribuirle significados, transformándolo en instrumento de la creación de vínculos sociales— basta recordar la inmensa variedad y amplitud de las restricciones alimentarias, de los banquetes rituales, y de la importancia universal de la comida en las fiestas de todo tipo—.(* 22)