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Pero, lamentablemente, el relativismo cultural que sigue del
concepto antropológico de cultura también puede llegar a enmascarar
posibles contradicciones y desigualdades sociales en lo que, Gravano
señala, es una “paradoja del relativismo cultural” (*7) . En efecto, en
una sociedad radicalizada a la fuerza como es la de Afghanistán bajo
el régimen Talibán, sería un error no ver cómo es que la imposición
de estas penas públicas responde a un desigual balance de poder en
el contexto de un sistema que impone el terror a través de jerarquías
de asimetría: los opositores al régimen son objeto de severísimos
castigos públicos y son estigmatizados; las mujeres reciben brutales
castigos ante supuestas transgresiones por las cuales los varones no
son siquiera sancionados; y en general las penalidades impuestas a
los delincuentes comunes no dejan de recordarnos a las prácticas de
castigos extremos e inhumanos que eran práctica corriente en la
Europa de la Edad Media.
Si bien esto ha sido tradicionalmente así en las sociedades en
las que la ley Islámica de la Sharia es interpretada de modo estricto
(como es este caso del Afghanistán bajo el régimen Talibán), no
podemos sin embargo naturalizar esto sin más debido a su mera
condición consuetudinaria, e ignorar por ello el carácter de
construcción —o, como señala Gravano recuperando a Hobsbawm,
“invención”— de la tradición que alegan siguen estas prácticas. “Las
investigaciones muestran”, nos dice Gravano, que
muchas tradiciones resultan ser continuas invenciones, que tienen
como propósito reaccionar o posicionarse en forma activa frente a
procesos de conflicto por imponer o defender valores en riesgo. La
invención de la tradición, de acuerdo con Eric Hobsbawm, consiste
en invocar la perpetuación —mediante rituales— de valores y actos
porque supuestamente representan un pasado valioso, cuando en
realidad en esas épocas esos actos no se realizan de esa manera.
Las ceremonias, danzas, recetas, discursos de hoy no son más que
intentos de congelamiento histórico de ese pasado. (*8)
Es claro que la valoración de una manifestación cultural dada debe
pensarse también desde este lugar, desde la comprensión de su
carácter de construcción o invención. Y es claro también que esta
construcción ha sido moldeada desde espacios de poder y
dominación.