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[…] mereció una dura crítica de Sarmiento, en razón de la manifiesta intención de educar en la cultura, la lengua y la tradición italianas y la negación de la cultura nacional que caracterizó tal reunión. Sarmiento opinó que los criterios usados en las escuelas de los italianos denotaban falta de interés en la Argentina, al igual que la resistencia de ese sector de la inmigración a adoptar la ciudadanía. Sarmiento consideraba que quienes tenían bienes y capitales, pero se negaban a adoptar la nacionalidad del país al cual emigraron y a ejercer sus derechos cívicos representaban un peligro político. (*8; nuestro énfasis) La intención de intervenir activamente en la educación de la propia comunidad para preservar los valores y la cultura tradicionales de ésta, así como la consiguiente negativa a volcarse a la escuela pública, se leyeron en aquel entonces del mismo modo en el que — con actores diferentes, pero con una problemática en extremo similar— algunos sectores de la sociedad también leen el mismo fenómeno hoy: como una resistencia a integrarse plenamente a la cultura política y a las relaciones de producción dominantes en el país que los recibe, y por ello como una “negación de la cultura nacional”. Esto hace que la comunidad que se resiste a una asimilación tal de esta manera sea percibida como un “otro” amenazante, un “otro” que constituye incluso un “peligro político” para el estado-nación, para usar las palabras del propio Sarmiento (*9) . Pero, volviendo a la carta de lectores al diario Clarín que aquí nos ocupa, debemos decir que en verdad sería importante conocer los detalles del asunto para poder cuestionar el modo en el que el Ministerio de Educación Provincial estaría manejando esta situación. Si el gobierno busca “incorporar” a la comunidad Menonita, como esta lectora dice, “al plan educativo” de la provincia, esto podría funcionar por ejemplo como una alternativa en la cual la escolarización estatal general coexista con la educación menonita (por caso, en una doble escolaridad en la cual los estudiantes asistieran de mañana a una escuela, y a la tarde a la otra). Hay de hecho antecedentes actuales de este tipo en el caso de otras colectividades y comunidades, como el de las escuelas hebraicas de la comunidad judía. Pero en principio entendemos la inquietud de la lectora, y sí estamos de acuerdo con la necesidad de rever cómo se llevaría a cabo esta asimilación: es decir, si es una imposición que buscaría prohibir cualquier forma de educación Menonita dentro de la comunidad, lo cual sería inaceptable; o si, por el contrario, se trataría de una propuesta que