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[l]a burla masiva hacia un niño con alguna enfermedad eruptiva
evidente, con signos de alguna golpiza paterna, o carente de los
útiles necesarios —todo lo cual puede ser frecuente y generalizado
entre los escolares de los establecimientos cercanos a una villa
miseria— puede expresarse bajo los motes “sucio”, “negro villero”,
etc.; el damnificado entiende bien pronto el tono peyorativo de estos
términos; aunque todavía no conoce sus connotaciones precisas,
intuye que “ser villero” no es bueno y, consiguientemente, aprende
a ocultarlo. (*17)
El ocultamiento de la causa que da origen al prejuicio es muy
frecuente como resultado de la presión a la que este prejuicio somete
a la víctima de la discriminación. En este caso, vivir en la villa es un
dato que puede ser ocultado para escapar a la estigmatización que
conlleva el mote insultante de “villera/o”, pero esta mecánica puede
extrapolarse a varias otras situaciones en las que entran en escena
otros epítetos estigmatizantes, enmarcados dentro de otros factores.
Así, por ejemplo, quien sufre abusos discriminatorios por su obesidad,
por ejemplo, podría llegar a caer en un cuadro de desórdenes de la
alimentación, como bulimia o anorexia, o podría retraerse y, por así
decirlo, anularse socialmente en muchas de sus interacciones o, en
casos extremos, en todas ellas. O por caso, buscando negarlo aun sin
poder invisibilizar ciertas marcas y características obvias y evidentes
—como su nombre, o sus rasgos fenotípicos—, quien es
estigmatizado por su origen étnico podría o bien asumir esos matices
como refuerzo de una supuesta inferioridad, o bien ocultar o negar un
rico patrimonio identitario —como su nombre, o sus rasgos
fenotípicos (*18) —.
Ahora bien, sabemos que una de las principales características
de todo proceso de categorización humana es la de “operar con la
mínima categoría mental”, como nos recuerda Ricardo Falomir Parker
(*19) , lo que significa que “como en todo proceso de condensación, se
agrupa bajo una misma categoría la mayor cantidad posible de
hechos” (*20) . Tomando un ejemplo de Gordon Allport en su The
Nature of Prejudice, Falomir Parker cita una ilustración de esta
simplificación reduccionista que presupone una categorización tal:
[…] para un empleador anglosajón de inmigrantes de origen mexicano, es más fácil
afirmar que “todos los mexicanos son flojos”, que tomarse el trabajo de conocer a
cada uno de ellos y entender su conducta. Este ejemplo demuestra además que las
categorías