“ bolita” para referirse a un inmigrante proveniente de Bolivia; mientras que el niño coincide con otros de sus compañeros de grado en que decirle así a alguien con intención ofensiva es“ torcer la verdad para que sirva de insulto”, haciendo el gesto de torcer un trapo al explicar esto. El artículo reseña también otros insultos usuales. El“ negra / o”, por caso, es un insulto que funciona de manera ciertamente ubicua y muy amplia, y que se sitúa en una triste línea etimológica común junto a otros, digamos,“ primos” locales de nuestra historia nacional— como el“ cabecita negra” de las migraciones internas durante las décadas del‘ 40 y’ 50; o como el“ descamisado” peronista o el“ grasita”, todos ellos de resignificada valoración cuando Eva Perón los gana valorativamente, y lo usa de manera positiva y maternalmente protectora para hablarle a los millones de seguidores de Perón que surgieron de la clase obrera—. El uso de“ negro” es efectivamente a veces no peyorativo( por ejemplo, como término afectivo entre amigxs o familiares), al punto de que muchas veces se hace necesario marcar una clara diferencia entre éste y el“ negro de mierda”.( El agregado“ de mierda”, claro está, siempre superlativiza, sin importar cuál sea el insulto en cuestión o su naturaleza.) Esto es lo que en el artículo relata una maestra de la“ Red de Apoyo Escolar”( RAE) cuando cuenta lo que le dijo un chico de su barriada. Por otro lado, nos llama poderosamente la atención, además, el uso de“ desnutrida / o” como insulto. Creemos probable que el término se haya filtrado desde los discursos educativos o mediáticos de concientización sobre la desnutrición como gravísimo problema social y cultural a nivel nacional, pero— sea cual fuere su origen real en tanto epíteto de connotación negativa, o sea cual sea la historia de su desarrollo como insulto— es cuanto menos significativo que sea utilizado como un término del prejuicio y la discriminación entre quienes de hecho, o bien padecen de desnutrición, o bien están en un contexto tan vulnerable a esta problemática que pueden llegar a padecerla, como es el caso de los sectores más pobres de la población.
Por otro lado, otro de los insultos que se reportan como más usados— el de“ villera / o”— tiene también una interesante historia que, en este punto actual en el que ha adquirido connotación insultante, se distancia enormemente de la valoración altamente positiva que solía tener cuando en los convulsionados’ 70 se hablaba de los“ curas villeros” con orgullo, como correctamente agrega la