Antologia de cuentos Antología | Page 60

Cuentos de Edgar Allan Poe
primera tentativa de exploración había contado cincuenta y dos pasos hasta el momento en que caí al suelo . Sin duda , en ese instante me encontraba a uno o dos pasos del jirón de estameña , es decir , que había cumplido casi completamente la vuelta del calabozo . Al despertar de mi sueño debí emprender el camino en dirección contraria , es decir , volviendo sobre mis pasos , y así fue cómo supuse que el circuito medía el doble de su verdadero tamaño . La confusión de mi mente me impidió reparar entonces que había empezado mi vuelta teniendo la pared a la izquierda y que la terminé teniéndola a la derecha . También me había engañado sobre la forma del calabozo . Al tantear las paredes había encontrado numerosos ángulos , deduciendo así que el lugar presentaba una gran irregularidad . ¡ Tan potente es el efecto de las tinieblas sobre alguien que despierta de la letargia o del sueño ! Los ángulos no eran más que unas ligeras depresiones o entradas a diferentes intervalos . Mi prisión tenía forma cuadrada . Lo que había tomado por mampostería resultaba ser hierro o algún otro metal , cuyas enormes planchas , al unirse y soldarse , ocasionaban las depresiones . La entera superficie de esta celda metálica aparecía toscamente pintarrajeada con todas las horrendas y repugnantes imágenes que la sepulcral superstición de los monjes había sido capaz de concebir . Las figuras de demonios amenazantes , de esqueletos y otras imágenes todavía más terribles recubrían y desfiguraban los muros . Reparé en que las siluetas de aquellas monstruosidades estaban bien delineadas , pero que los colores parecían borrosos y vagos , como si la humedad de la atmósfera los hubiese afectado . Noté asimismo que el suelo era de piedra . En el centro se abría el pozo circular de cuyas fauces , abiertas como si bostezara , acababa de escapar ; pero no había ningún otro en el calabozo .
Vi todo esto sin mucho detalle y con gran trabajo , pues mi situación había cambiado grandemente en el curso de mi sopor . Yacía ahora de espaldas , completamente estirado , sobre una especie de bastidor de madera . Estaba firmemente amarrado por una larga banda que parecía un cíngulo . Pasaba , dando muchas vueltas , por mis miembros y mi cuerpo , dejándome solamente en libertad la cabeza y el brazo derecho , que con gran trabajo podía extender hasta los alimentos , colocados en un plato de barro a mi alcance . Para mayor espanto , vi que se habían llevado el cántaro de agua . Y digo espanto porque la más intolerable sed me consumía . Por lo visto , la intención de mis torturadores era estimular esa sed , pues la comida del plato consistía en carne sumamente condimentada .
Mirando hacia arriba observé el techo de mi prisión . Tendría unos treinta o cuarenta pies de alto , y su construcción se asemejaba a la de los muros . En uno de sus paneles aparecía una extraña figura que se apoderó por completo de mi atención . La pintura representaba al Tiempo tal como se lo suele figurar , salvo que , en vez de guadaña , tenía lo que me pareció la pintura de un pesado péndulo , semejante a los que vemos en los relojes antiguos . Algo , sin embargo , en la apariencia de aquella imagen me movió a observarla con más detalle . Mientras la miraba directamente de abajo hacia arriba ( pues se encontraba situada exactamente sobre mí ) tuve la impresión de que se
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