Aidee Areli Flores Moreno
adulto mayor disminución de la calidad de vida por la aparición y/o mantenimiento
de enfermedades crónicas e incapacitantes.
En la atención al Adulto Mayor es importante considerar, así como en otras etapas
de la vida, las esferas biológica, psicológica y social. En el área biológica en el
Adulto Mayor se afecta la pérdida del gusto, el deterioro de la función masticadora
y tragadora, pérdida de apetito, deterioro en la absorción entra otras funciones, sin
embargo, la relación entre alimentación y estado de ánimo es un tema poco
considerado en importancia cuando aparece síntomas depresivos. Las personas en
general experimentan a lo largo de su vida una variedad de estados de ánimo y de
las expresiones de afecto, cuando existe un trastorno existe un desequilibrio en la
manera en la que reacciona el individuo. El estado de ánimo puede ser normal,
elevado (trastornos bipolares) o deprimido (trastornos depresivos).
La depresión no es algo normal del envejecimiento, cuando se presenta puede
pasar desapercibida ya que en este período de la vida les aquejan diferentes
enfermedades, que suelen ser más identificadas que los síntomas de depresión.
La alimentación en los Adultos Mayores tiene una modificación importante en
comparación con otras etapas de la vida, desde la capacidad de adquisición de los
alimentos, cambios en la dentadura, así como la intolerancia a determinados
alimentos. Junto con todos estos cambios propios esta etapa de la vida, en la esfera
psicológica uno de “los problemas más frecuentes de salud mental en los adultos
mayores se encuentran los trastornos de ansiedad y depresión. Se ha reportado
que los trastornos mentales juegan un papel importante y son un factor de riesgo
para la pérdida de peso involuntaria en esta población”. Pérez (2014)
Pérez también afirma que “la depresión impacta en la calidad de vida de los
pacientes, sus familiares y costos sociales, se estima que en el año 2020 será la
segunda causa de años de vida saludables perdidos a escala mundial y la primera
en países desarrollados. En México su prevalencia global es de 9.5% en mujeres y
5% en hombres mayores de 60 años”. Pérez (2014)
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