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NAYELY MELINA REYES MENDOZA l JUAN CARLOS MIJANGOS NOH
Marco de acción para la emancipación: educación no formal y participación comunitaria
1. Introducción
Desde los años ochenta, las reformas neoliberales impuestas por los organismos
financieros internacionales agudizaron los viejos problemas, produciendo
un quiebre de las estructuras educacionales, profundizando la inequidad
educativa (Jara, 2010: 1-2). Los regímenes neoliberales y neoconservadores,
particularmente en el campo educacional defienden un conjunto de estrategias
y recetas políticas que poseen pocas diferencias interregionales fuera de los
matices idiosincráticos que las caracterizan (Gentili, 2004: 362). Lo anterior
tiene como consecuencia que se amplía, aún más, la brecha de marginación
entre los diferentes sectores de la sociedad, en específico los pueblos indígenas.
La producción científica en torno a los ámbitos de acción de la educación
a través de los siglos así como el significado de las propuestas educativas
formales en el proyecto moderno, y en esto coincidimos con Ubal y Varon
(2009: 16), nos enfrentan a la “imperiosa necesidad de resignificar una serie
de categorías relacionadas con lo educativo-pedagógico, lo que implica des-
sedimentar discursos sobre lo educativo que se han naturalizado en nuestro
medio”. Con estas categorías resignificadas por los miembros de comunidades
específicas en resistencia contra la hegemonía neoliberal y en su lucha por
emanciparse, podemos vislumbrar una nueva conceptuación de la educación
no formal que presentamos a lo largo de este texto. Concebimos, pues, la
educación no formal como una opción para la emancipación. Discutamos, en
primera instancia, los alcances y bondades de la educación no formal.
2. La escuela tiene pasos atrasados
Ubicar la educación también fuera de la estructura escolar es prioritario. La
educación no formal puede significar la construcción de escenarios diferentes,
y a la medida de las necesidades, intereses, recursos y problemas de diversos
sectores de la población. Es decir, podemos pensar en una propuesta educativa
acorde a la situación de los sujetos, incluyendo su propias concepciones en el
establecimiento de los niveles de calidad, las exigencias y los objetivos, para
alcanzar una real democratización de la educación, la cultura y la convivencia
social (Camors, 2009: 139). Ya a finales del siglo pasado Freire (1990: 168)
afirmaba que “no es la educación la que da forma a la sociedad según ciertas
normas, sino la sociedad la que formula sus propias normas y crea una educación
que se adapte a los valores que la sustentan” de lo que se puede deducir que
establecer escuela como sinónimo de educación, sin considerar la comunidad