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30 EDUARDO SANTIAGO NABOR Identificación de algunos elementos en la construcción de identidad femenina en mujeres que muchas mujeres dan a estas opciones formales es que prefieren ir a la fresa o a la congeladora que ir a encerrarse a esas tiendas. Estos son elementos que se vuelven prácticas sociales que entran en el proceso de significación de lo que es ser mujer. 4. Socializando ser hijas de la fresa Desde una perspectiva de los estudios de género, la construcción de identidades de lo femenino, o dicho claramente de cómo las mujeres se construyen en contextos de adversidad, están relacionadas con la forma en que se condiciona el cuerpo, la visión de sí mismas y los aspectos socioculturales, además de considerar un proceso histórico. En el sentido de una antropología de las mujeres con énfasis en aspectos cualitativos de la construcción de lo femenino (Lagarde, 2005), coincido con aquellas que establecen de manera general que género es el conjunto de ideas, prácticas y representaciones y percepciones sobre la base de la distinción social de los sexos (Boserup, 1970; Kabeer, 1998; Lamas, 1999). Pero también vemos que el panorama implica una reflexión sobre las condiciones estructurales que se han creado con la economía global y las implicaciones de género (Beneria, 2003). Cómo se va socializando la idea de ser mujer en el contexto de la complejidad de la producción del sistema de frutilla. Los diversos espacios en los cuales las mujeres van socializando las condiciones, ideas y contenidos del ser mujer en el contexto del trabajo en la fresa forman parte de procesos cotidianos. A continuación voy a describir y a destacar algunos testimonios que dan cuenta de aquellos en los cuales las mujeres construyen sus identidades femeninas como parte de su condición de trabajadoras de la fresa y la congeladora. La forma en que las mujeres jóvenes de familias de jornaleros en la región socializan sus expectativas y perspectivas de ser hijas de la fresa, está en estrecha relación con el proceso de pasar de ser niña a ser adolescente. Esto se lleva a cabo en diversos espacios de socialización: la casa, el campo, la comunidad, el barrio y la cuadra. Históricamente han sido espacios en los cuales hay prácticas culturales que van grabando los significados y los aspectos simbólicos que tiene el ser y pertenecer, reconocerse y ser reconocido. Se destacan los testimonios de apenas unos cuantos casos de mujeres cuya edad está entre los diecisiete y cuarenta y cinco años. Su experiencia en este periodo de su vida muestra algunas constantes: abandono de la escuela, formación de matrimonios o uniones libre a corta edad (entre quince y veintidós