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VERÓNICA RODRÍGUEZ CABRERA
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JOSÉ JAVIER MAISTERRENA ZUBIRÁN
Introducción. De flujos, organización y transformaciones en el campo mexicano
como la legitimidad y las características personales y subjetivas que ambas
figuras encarnaban (Gilly, 2007; Gordillo, 1980; Katz, 2000; Warman, 1976).
Liderazgos de los que aún hoy en día se sigue profundizando, especialmente
cuando se compara con otros momentos en la historia de México cuando muchos
de los líderes agrarios terminaron por dar clara evidencia de su cooptación
por parte del Estado (Gordillo, 1980).
Como podrá inferir el lector, los fines y objetivos de que se buscan con el
cambio o proyecto resulta una cuestión fundamental, en tanto también insta a
explorar sobre el por qué se mueven los actores. En este respecto, es posible
identificar las tensiones entre el Estado y los actores del campo en donde se
puede dar cuenta de las luchas por el poder, por los recursos naturales, por la
participación y gestión autónoma, por la instrumentación desigual y autoritaria,
por el despojo y el no reconocimiento de derechos, la lucha por la tierra, la
obtención de mejores precios para los productos, la negociación de las carteras
vencidas, el respecto y la defensa de un modo y mundo de vida, el impulso de
un desarrollo rural más incluyente y sustentable, la denuncia de condiciones
de pobreza, la inclusión en el ‘desarrollo’ nacional, el establecimiento de
acuerdos migratorios, el restablecimiento de la paz, la impartición de justicia,
entre otros, forman parte del variopinto de motivaciones y objetivos que
motivan la acción.
Desde nuestro punto de vista, tal diversidad ilustra no sólo los fines u
objetivos que persigue la lucha en el medio rural; sino también los grandes
problemas que éste atraviesa. Por lo tanto, aquí es importante reconocer la
influencia de los diversos elementos y situaciones históricas, de las que son
producto y producentes de los movimientos campesinos y rurales en México.
En este sentido las investigaciones pueden dar cuenta de la continuidad histórica
de tensiones que hacen que la movilización y la lucha también pueda apreciarse
como un continuum. Por ejemplo, para autores que estudian la lucha por la
tierra, las crisis tienen sus antecedentes en un reparto agrario heterogéneo y
una marcada desigualdad de la distribución de la tierra (Concheiro & Grajales,
2005; Diego, 1995; Rello, 1986). Para los estudiosos de los productores
rurales, las respuestas se encuentran en el corporativismo, la dependencia
Estatal, la pauperización de las condiciones de vida y el despojo, ocasionados
por las distintas políticas económicas adoptadas abruptamente por el Estado,
especialmente las de corte neoliberal (Concheiro & Grajales, 2005; Quintana,
2004). Para los especialistas en los movimientos indígenas, la cuestión se
resuelve en la imposición de una visión de modernidad y desarrollo que ha
sumergido a la mayoría de estos pueblos en la marginación y la pobreza, por
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