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GISELA LANDÁZURI BENÍTEZ
Escribir un libro desde, con y para los atlapulquenses
olvidado los saberes de la chinampería que les fueron enseñados de generación
en generación, al contrario, los han retomado y han actualizado la forma en
la que cultivan incorporando nuevas técnicas, a la par de tecnologías que
facilitan su labor; por ejemplo, las motobombas para el riego, ante la reducción
del nivel de agua en los canales, el uso de mallas y viveros para proteger las
plantas de las inclemencias del clima y las germinadoras en lugar de chapines.
En esta tesitura, Olivares (2014:2), al comentar el libro señala el alcance
del referido texto:
no trata únicamente de describir nostálgicamente o monográficamente el
pasado de los pueblos originarios, en este caso del Pueblo originario de
Atlapulco, lo que eran y lo que perdieron, sino lo que pueden llegar a ser en
la revitalización de la identidad y la reinvención del territorio, en un análisis
de sus prácticas cotidianas, problemáticas y los múltiples retos políticos,
sociales, económicos, ambientales y culturales a los que se enfrentan para
permanecer en la gran urbe.
Este tipo de reflexiones, son limitadas en los métodos de investigación
académicos clásicos que se apoyan en la entrevista, la revisión bibliográfica
y la observación. La problemática y las soluciones futuras, se piensan desde
el lugar del investigador, y sobre todo la huella del proceso de indagación
sobre los locales es mucho más limitada.
Una de las mayores afrentas actuales es la ciudad, la que les ha arrebatado
su agua, su tierra y ha transformado su paisaje. Los testimonios narrativos y
visuales buscan convencer a los lectores de la amenaza que esto les representa
y la necesidad de fortalecer sus relaciones sociales, su organización comunitaria
para hacerles contrapeso. Algunas voces también aclaman que se conserve
el conocimiento en torno a la chinampa y que los niños lo aprendan. La
reconstrucción histórico-espacial permite que a nivel intergeneracional todos
converjan en reconocer ese espacio como un elemento de unidad, con su
patrimonio cultural y natural, sus dinámicas sociales y las transformaciones que
sostienen su cultura y su identidad. ¿Cómo construir una nueva representación
de sí mismos que integre lo que se ha sido con lo que se proyecta ser?
Como dice Olivares, se trata de un proceso que compite con la permanencia
rural y cultural de los pueblos: “una propuesta sobre cómo entender las
expresiones cultura y permanencia de los Pueblos, en un proceso de adaptación-
apropiación de lo urbano en constante confrontación, negociación y resistencia
frente a la ciudad” (Olivares, 2014:3).
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