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GISELA LANDÁZURI BENÍTEZ Escribir un libro desde, con y para los atlapulquenses
el curso que tomaron las respuestas. Por ejemplo, mientras se preguntaba por los lugares“ emblemáticos” actuales, los más importantes, frecuentados o reconocidos como referentes identitarios o de encuentro social, el discurso de los originarios se remontó a la memoria de sitios y experiencias compartidos hacía varias décadas. Y allí junto al tema de los referentes materiales, apareció la añoranza de las formas cercanas en que se relacionaban, de lo simbólico y afectivo que podía ser un alcanfor o una llave de agua.
2.2. La memoria como articuladora del discurso
La memoria fue un motor fundamental para abordar el presente, revivió emociones y esperanzas. Como señala Halbwachs, el pasado ha dejado sus huellas, muchas veces no las observamos, pero están allí en los rostros, los lugares, en las formas de pensar y sentir que se siguen reproduciendo.“ Pero basta con que la atención se centre en este aspecto para que nos demos cuenta de que las costumbres modernas se basan en capas antiguas que afloran en más de un lugar”( Halbwachs, 2004:68).
A partir de revisar sus lugares de referencia identitaria, sus costumbres y tradiciones, que representan la visión y son parte de la vida de una sociedad, los participantes empezaron a pensarse a sí mismos, a desentrañar sus prácticas, sus relaciones, sus creencias, sus añoranzas, sus temores, sus orgullos y sus amores.
Para la comentarista académica Olivares( 2016:1), el libro incorpora los siguientes puntos:
Una narrativa que da cuenta de las subjetividades en el amplio sentido del término( emociones, contradicciones, deseos, afectos, imaginarios, etc.). Se trata de una propuesta, novedosa y viva, en donde se nos presenta un libro colectivo hecho a muchas voces y memorias y tiempos a la vez( 2014:1).
Si bien una de las jornadas que se convocó proponía un diálogo intergeneracional, la poca asistencia de jóvenes imposibilitó un intercambio de visiones, pero sí mostró el desmembramiento o fractura en la transmisión del conocimiento local tanto del entorno natural, como de las experiencias históricas locales, lo que pone en riesgo su continuidad, su paso generacional.
Como refieren Castillo et al., cuando se rompe la relación con un grupo es cada vez más“ difícil recuperar esas memorias compartidas o colectivas que teníamos en común con los demás individuos de ese grupo”( Castillo et