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NAYELY MELINA REYES MENDOZA l JUAN CARLOS MIJANGOS NOH
Marco de acción para la emancipación: educación no formal y participación comunitaria
La Unesco (2006: 1) define la educación no formal como:
Toda actividad organizada y duradera que no se sitúa exactamente en el
marco de los sistemas educativos formales integrados por las escuelas
primarias, los centros de enseñanza secundaria, las universidades y otras
instituciones educativas formalmente establecidas, la que se ofrece con el
objeto de complementar, actualizar, suplir conocimientos y formar en aspectos
académicos o laborales sin sujeción al sistema de niveles y grados establecidos.
En fechas recientes, Rogers (2004: 7) propuso un nuevo paradigma de
la educación no formal enfatizando en un amplio continuo de programas
educativos. En un extremo se encuentra el modelo de escolarización flexible
(subsistemas nacionales o regionales de escuelas para niños, jóvenes y adultos).
Al otro extremo están los programas educativos altamente participativos, con
educación y formación bordadas a mano y hechos a la medida para cada grupo
de aprendizaje en particular, que en un mismo evento permite satisfacer las
necesidades particulares localizadas.
En esta línea de pensamiento, queda de relieve que la educación no
formal representa el ámbito ideal para producir, en primera instancia, una
transformación social. Los teóricos de la pedagogía de la reproducción
(Bourdieu y Passeron, 2005: 49) señalan que:
En una formación social determinada, la arbitrariedad cultural que las relaciones
de fuerza entre las clases o los grupos constitutivos de esta formación social
colocan en posición dominante en el sistema de arbitrariedades culturales
es aquella que expresa más completamente, aunque casi siempre de forma
mediata, los intereses objetivos (materiales y simbólicos) de los grupos o
clases dominantes.
Ante este oscuro panorama, la educación no formal puede asumirse
como “única vía de escape a situaciones de reproducción social que lleven al
mantenimiento de la explotación del hombre por el hombre y a una sociedad
plenamente clasista, masificante y consumista donde el sistema formal está al
servicio del status quo” (Marenales, 1996: 9). En este sentido, es conveniente
retomar las palabras de Lamata (2003: 54) que sugieren que:
La educación no formal pretende detectar y dar respuesta a necesidades
concretas, que no están cubiertas por ninguna figura prevista, formar a
personas que trabajan en esos espacios de intervención, explorar innovaciones
y respuestas a los cambios sociales y los problemas que se generan a partir de
ellos [...]. Se trabaja desde una perspectiva de dinamización social: capacidad