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46 JOSÉ ÁLVARO HERNÁNDEZ FLORES Capital cultural y estrategias reproductivas en grupos domésticos periurbanos Aquí en San Diego, en lo de los ladrillos, a un niño de dos años o tres años, tan pronto camina ya lo ponen a acarrear los ladrillos también, y ya uno mismo les va enseñando el trabajo (Iccehuatl, 2011). Aquí los niños que descansen no, ves hasta el chiquitito acarrear las mazorcas, apenas empezó a andar, y ya va y viene con la mazorca, nosotros estamos, este ahora sí que lo radicamos, y aquí lo limpiamos, y va y viene y lo carga y lo echa en el patio (Almonte, 2011). Esta forma particular en que el grupo doméstico genera y transmite conocimientos técnicos, desempeña además un papel decisivo en la superación de las restricciones que implica rigidez en la fuerza laboral familiar disponible, aspecto que permite vincular las prácticas que se desarrollan en el campo cultural, con otras mucho más asociadas a la acumulación de capital económico. Adicionalmente, la acumulación de capital cultural en estado incorporado contribuye a la reproducción de las estructuras externas de las cuales el habitus es producto. En ese sentido, la pedagogía familiar contribuye a inculcar una forma particular de percibir, valorar, y actuar en el mundo, misma que en el caso de la localidad de estudio, posiciona a la agricultura como una actividad preponderante, altamente apreciada, que forma parte fundamental de los intereses genéricos ligados a la existencia misma del campo. 3.2. Prácticas de acumulación de capital cultural en estado objetivado El aprendizaje por familiarización supone, entre otras cosas, el desarrollo de la capacidad para apropiarse simbólicamente de los bienes culturales que constituyen el capital cultural en estado objetivado. En el caso de San Diego Cuachayotla dicha modalidad de capital se asocia con el uso de la maquinaria e instrumentos necesarios para llevar a cabo tanto la actividad agrícola, como la producción de ladrillo: Aquí a los niños, ya desde niños les hacen su gaverita de dos tabiques, o sea, desde niños ya les compran sus palitas, sus sombreritos, porque ésta es la educación que nosotros tenemos (Colex, 2011). Cabe señalar que si bien las herramientas, maquinaria, medios de producción, hornos de ladrillo, vehículos y aparejos para el campo, ejercen por su sola existencia y presencia en el ambiente natal un efecto educativo, la apropiación de esos bienes en sentido simbólico, sólo es posible a partir de los conocimientos y las habilidades que forman parte del capital cultural incorporado.