SONIA COMBONI SALINAS • JOSÉ MANUEL JUÁREZ NÚÑEZ La interculturalidad y el diálogo de saberes
33 presencia, lo cual facilita u obstaculiza el diálogo dependiendo de la lengua hablada como vehículo de expresión de su mundo de vida y de la capacidad receptora de cada uno. Por ello, en un ejercicio de metalenguaje lo primero que se indaga es ¿ de dónde eres? o ¿ de dónde vienes? en la búsqueda de un punto común.
El diálogo de saberes no se da en la armonía y el consenso, siempre es complicado, a veces arduo, difícil, dado la relación de diglosia de las culturas dominantes y las subordinadas. En este proceso de minorización y de asimilación de la dominación como un“ así es”, la naturalización de sus formas y procesos, en el cual no solo se minoriza la diferencia y al diferente, sino todo lo que implica su ser, sea este indígena, obrero, campesino o empleado; se minorizan y desconocen o reducen sus formas de vida, de expresión de representaciones del mundo sus conocimientos y saberes, como lo menciona Michel Foucault, los“ saberes sujetos”( Foucault, 1976), aquellos saberes que han sido descalificados en aras de lo“ occidental” o de la modernidad( Foucault, 1976: 18).
Para contrarrestar este tipo de actitudes se propone hacer entrar en juego saberes locales, aun cuando son considerados como discontinuos, descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica unitaria que pretendería filtrarlos, jerarquizarlos en nombre de un conocimiento verdadero y de los derechos de una ciencia que sería poseída por alguien. Es una tentativa de liberar de la sujeción a los saberes históricos, es decir, hacerlos capaces de oposición y de lucha contra la coerción de un discurso teórico, unitario, formal y científico, así como a sus efectos intrínsecos de poder.
Lo anterior representa también una oportunidad para inter-culturalizar el concepto de la ciudadanía, mediante la construcción de nuevas políticas de conocimiento, en donde lo más importante es:
construir conocimiento situado, con atención a la diversidad de formas de pensar, sentir y actuar, con atención a la diferencia cultural ejercida y a esa nueva vida pública que se comienza a construir cuando la lengua y la cultura rompen las barreras del derecho individual y se ejercen emancipatoriamente desde una visión colectiva del derecho( López, 2009: 204).
Por lo que podemos decir que la interculturalidad en el campo de la educación debe construirse desde y por los pueblos mismos en lo local, desde las perspectivas simbólicas y cognitivas de los propios pueblos, desde sus mundos de vida y cosmogonías.“ La interculturalidad en la educación entonces significará hacerse cargo de la pluralidad cultural y lingüística del país con