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SONIA COMBONI SALINAS
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JOSÉ MANUEL JUÁREZ NÚÑEZ
La interculturalidad y el diálogo de saberes
son autónomos para describir los procesos semióticos (Bronckart, 2004).
Dado que los razonamientos sociolingüísticos son los que poseen una notable
flexibilidad y un amplio rango de adaptabilidad y de transformación, cada
colectivo etno-lingüístico adopta mecanismos simbólicos específicos para
transmitir los significados y elementos más importantes de la cultura de una
generación a otra, y también de una comunidad a otras externas.
El variado conjunto de razonamientos, categorías y preferencias, pueden
postular que tanto las experiencias sociolingüísticas como la reflexividad de los
hablantes de lenguas originarias deben toda su complejidad cognitiva, afectiva
y valorativa a la comprensión e interpretación de los obstáculos y conflictos que
caracterizan la historia etnolingüística y cultural de las poblaciones indígenas.
Las representaciones de los hablantes convergen en dos de los
mayores objetivos: por un lado las plataformas sociopolíticas y culturales
de los movimientos indígenas y organismos humanitarios que aportaron
interpretaciones más vívidas sobre los fenómenos multiculturales reales y
permitieron encaminar los conocimientos y las expectativas de intelectuales,
investigadores y educadores hacia los derechos indígenas y, por el otro, la
educación, el uso y la importancia social de las lenguas indoamericanas y
sus variedades, en el sentido de que los análisis científicos más eficientes y
responsables podrían contribuir a resolver los cruciales y conflictivos procesos
interculturales contemporáneos (Bronckart, 2004).
Por otra parte, las demandas relacionadas con la preservación de la
cultura, la lengua, las costumbres, las tradiciones y los sistemas normativos
propios de los pueblos originarios no deben ser interpretadas como un signo
de conservadurismo y de resistencia al cambio. La situación es al revés: lo
que se demanda es que todo el aporte cultural no se siga considerando sólo
como asunto de folklore, sino como expresión de las culturas vivas y ricas
en manifestaciones. Es la búsqueda del reconocimiento de la cultura con el
mismo estatus que se otorga a las demás.
En este sentido entonces, miramos a la cultura como un proceso de
significación. Pierre Bourdieu desarrolló esta diferencia entre la cultura y
la sociedad al mostrar en sus investigaciones que la sociedad se estructura
a través de dos tipos de relaciones: las de fuerza, correspondientes al valor
de uso y de cambio, y, dentro de ellas, entretejidas con esas relaciones de
fuerza, hay relaciones de sentido, que organizan la vida social, la relaciones
de significación, el mundo de las significaciones, lo que constituye la cultura
(Flachsland, 2003).