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SONIA COMBONI SALINAS • JOSÉ MANUEL JUÁREZ NÚÑEZ La interculturalidad y el diálogo de saberes
A partir del reconocimiento de las diferencias establecidas fundamentalmente por las migraciones , antes mencionadas , y por la diversidad social y cultural propia de los países del norte , se produjo un tránsito de la unicidad a la diferencia , y al reconocimiento del multiculturalismo como la necesidad de reconocer las diferencias y las identidades culturales como una expresión del pluralismo cultural . En esta perspectiva , la multiculturalidad no es un ideal a alcanzar , sino una realidad a gestionar , siendo el multiculturalismo la condición “ normal ” de toda sociedad . En cuanto concepto normativo , el multiculturalismo constituye una ideología o una filosofía que afirma , con diferentes argumentos y desde diferentes perspectivas teóricas , que es moralmente deseable que las sociedades sean multiculturales .
En su versión moderada , el multiculturalismo acepta y preconiza la convivencia de culturas diferentes , de aquí la necesidad de principios éticos universales que hagan compatible las diferencias y garanticen la cohesión social . Solo así se lograría que la multiculturalidad se oriente hacia la interculturalidad , es decir , cuando las diferencias no se trastoquen en irreductibles e inconmensurables , sino que , por el contrario , se debiliten las distinciones jerárquicas . Pero no se puede pasar por alto que el multiculturalismo también puede funcionar como una ideología que encubre las desigualdades sociales , étnicas , de clase y económicas dentro del ámbito nacional , bajo la etiqueta de “ diferencias culturales ”, particularmente cuando se trata de los pueblos indígenas .
Aparentemente el multiculturalismo es guiado por el postulado de la tolerancia liberal y por la voluntad de proteger el derecho de las comunidades a la autoafirmación y al reconocimiento público de sus identidades elegidas o heredadas . Sin embargo , en la práctica el multiculturalismo funciona muchas veces como fuerza esencialmente conservadora : su efecto es rebautizar las desigualdades , que difícilmente pueden suscitar la aprobación pública , bajo el nombre de “ diferencias culturales ”, algo deseable y digno de respeto , como lo menciona Bauman ( 2003 ), de esta manera , la fealdad moral de la privación y de la carencia se reencarna milagrosamente como belleza estética de la variedad cultural ( Bauman , 2003 ; citado por Comboni y Juárez , 2009 ).
Vale la pena recordar que el multiculturalismo en su dimensión política surge de los fenómenos migratorios y colonizadores de los siglos anteriores en los países occidentales y por invasión y colonización en los países de América Latina ( Gutiérrez-Martínez , 2016 : 328 ). Su filosofía enfatiza la necesidad de la tolerancia , lógica que valoriza las identidades diferenciadas . Sin embargo , estas políticas responden a los intereses de control de los Estados sobre la