Por: Rebeca Manzano Ortíz
Los seres humanos necesitamos a los
demás humanos para desarrollarnos y
convertirnos
en
personas
adultas
coherentes y felices. A lo largo de nuestro
proceso
de
desarrollo
recibimos
innumerables ayudas de los demás, que
van conformando nuestra personalidad.
Para ello necesitamos sentirnos libres,
algo que no podremos conseguir si nos
sentimos necesitados.
El counseling, o la relación de ayuda,
surge en los Estados Unidos de la mano
de Carl Rogers, en contraposición al
psicoanálisis, que sólo podía ser ejercido
por los médicos. Su objetivo es que,
siguiendo
un
entrenamiento,
los
terapeutas puedan ayudar a aquellas
personas que se encuentren con
momentos difíciles de su vida, pero cuyos
problemas no se pueden considerar
“problemas mentales”. Son técnicas de
apoyo emocional, que con el manejo
adecuado en manos de profesionales,
son capaces de ayudar a las personas a
resolver sus propios conflictos, si se les
da la oportunidad.
Rogers se dio cuenta de que mostrando
aceptación incondicional, empatía y
autenticidad hacia los clientes -ya que él
no los consideraba pacientes-, estos
superaban sus problemas y crecían,
porque estas características del terapeuta
les permitía acceder a lo mejor de sí
mismos.
El counseling es preventivo y está
dirigido a personas sanas que
atraviesan dificultades situacionales
que implican elegir o ejecutar, y que
requieren
apoyo
emocional,
personal,
educativo
y
socio-
profesional.
Se basa en la relación personal
como la única alternativa para
afrontar la acción orientadora
utilizando para ello la técnica de la
entrevista fundamentalmente.
La entrevista como un proceso de
comunicación que actúa a nivel
cognitivo y a nivel emocional.
El fin de la entrevista en la relación
de ayuda consiste en auxiliar a las
personas a entender y afrontar
mejor sus problemas existenciales a
y mejorar la comunicación y las
relaciones interpersonales mediante
la creación de un clima facilitador
que propicie la implicación personal
del propio orientado en el proceso.
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