Alberzana Alberzana digital interactiva Nº2 | Page 47

ticas en taller. En ellas se usan apara- tos, herramientas, maquinaria real, or- denadores, etc. Los alumnos invierten la mayoría del tiempo en supuestos prácticos que simulan o plantean si- tuaciones reales de trabajo en el mun- do laboral. Así la FP se dibuja como una enseñanza y entrenamiento donde el hacer, el “tocar”, se va encauzando pa- ra desembocar en actividades reales que como técnico el alumno desarro- llará de igual manera el día que empie- ce a trabajar. Así un técnico sale pre- parado desde el primer momento para insertarse en el mundo laboral con una mínima adaptación a la empresa. Y es- to viene también por otro motivo: los alumnos de FP, el último trimestre de su formación, lo desarrollan de forma íntegra dentro de una empresa, con lo cual la parte de competencias perso- nales y sociales que se adquieren en el mundo laboral forman parte del currí- culum de la formación. Todas estas ven- tajas de la FP son las que han hecho que sea la gran promotora de la empleabili- dad en Europa. Si además se une la cor- ta duración de la FP, sólo dos cursos es- colares, hacen que sea el camino más www.sancristobal.amgr.es eficaz para formarse profesionalmente de forma especializada y encontrar tra- bajo más inmediatamente. Y ahora viene la pregunta del princi- pio. Además de la exitosa relación de las empresas con los ciclos de forma- ción profesional a través de las prác- ticas finales y de la participación de las empresas en la elaboración de los currículums, ¿pueden participar las empresas en la formación del alum- nado de FP? Y es que en vez de repro- ducir una actividad empresarial téc- nica en el aula-taller, ¿no podría el alumno situarse en una actividad to- talmente real? ¿no podría el alumno acceder a tecnología de última gene- ración para aprender como la que tie- nen las empresas de las que luego va a formar parte como trabajador? ¿no po- dría el alumno aprender sobre la mar- cha junto a otros técnicos en su labor profesional cotidiana? Estas preguntas plantean un cambio, un repensar en la formación profesional, un ir más allá, pero también plantea cuestiones in- quietantes. La primera es si las empresas están interesadas en este cambio de modelo. Y parece ser que muchas lo están. Te- ner un alumno insertado en el entor- no productivo de la empresa desde pri- mera hora y participar en su formación para que el alumno vaya adquiriendo todos los conocimientos y técnicas pe- ro al estilo de trabajo de dicha empre- sa es rentable. Se acabaría con el pe- riodo de adaptación a la empresa. Se conocerían empresa y alumno durante la formación, antes de la contratación definitiva. Otra cuestión es si las empresas es- tán dispuestas en invertir en la forma- ción de alumnos sin que haya un com- promiso de contratación de por medio y esperando una rentabilidad a pla- zo no inmediato. Esto preocupa mu- cho a la administración educativa y a los centros de formación. La cultura de la FP Dual aún tiene que calar más en las empresas para que sea una vía re- al, una apuesta, una inversión de tiem- po y dinero por parte de estas en pro de la mejora de la formación técnica de la que son directamente beneficiarias. ¿Está la empresa preparada pedagó- gicamente para enseñar a alumnos? Esta es otra de las grandes cuestiones 47