Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 83

La pregunta es: ¿ Puede esperarse otra cosa de quienes han sido formateados políticamente en el odio y el resentimiento? En efecto, hemos visto cómo la ideología de género construye discursivamente una guerra entre hombres y mujeres primero, y una guerra entre heterosexuales y homosexuales después, para desembocar al final de todo en la idea de que no existe siquiera el sexo como tal y, todavía más, no existe la identidad como tal. Así, quienes son colocados en un lugar sexual o de“ género” por el“ discurso heteronormativo”, estarían siendo víctimas de una violencia que está diagramada para mantener el capitalismo; y a la violencia ha de respondérsele con una violencia mayor. La ideología, por tanto, les cierra perfecto; ofrece a esta gente conflictuada sexual e identitariamente una explicación que promete aliviar su frustración, y que ofrece una salida a tanto malestar interno. Y esa salida no tiene que ver con procesos de auto-reflexión, de superación, de inclusión; esa salida no es individual, sino que es política y, todavía más, esa salida es de violencia política. Pues el queer está incapacitado para problematizar su propia situación, su propia responsabilidad; para el queer, la responsabilidad es siempre del fantasmático sistema en el que los teóricos de la ideología de género le hicieron creer y odiar, llámese“ falocracia”,“ heteronormatividad”,“ heterocapitalismo”, o comoquiera que los imaginativos“ académicos” de estas corrientes inventen.
El testimonio de otro queer nos revela en qué medida la praxis es una consecuencia de la ideología que se les inyecta:“ El jueves por la noche, siguiendo un discurso radical queer motivador acerca de hacer disturbios, un bloque negro apareció como cuarto asalto de un día de lucha en las calles. Este particularmente feroz bloque(…) se movió a través de Pittsburgh destrozando innumerables cristaleras, volcando contenedores y prendiéndoles fuego. Un colega hizo una observación: ¿ dónde está lo queer en todo esto? La gente sólo vestía de negro y quemaba cosas en la calle. Le contestamos: la práctica de vestir de negro y destrozar todo es el mejor y más queer gesto de todos. De hecho, eso nos lleva al meollo de la cuestión: lo queer es la negación. Al encontrarse nuestros desviados cuerpos nos convertimos en una turba, convirtiendo nuestras fronteras corporales en un gran problema.(…) Nuestros límites desaparecieron totalmente ante un suelo cubierto de cristales y un terreno de contenedores en llamas”.[ 229 ] Y a continuación recurre a la teoría de Butler del“ género performativo”, de la cual ya algo hemos expuesto, para dar sentido al acto delictual:“ Si es correcta la idea de que el género es siempre performativo, entonces las performances que realizamos resonaron con el género más queer de todos: el de la total destrucción”.[ 230 ] Ante los destrozos queer en la ciudad, un vecino pretendió detenerlos pero“ antes de que pudiera darse cuenta de su error, recreamos una escena particularmente sádica y a sangre fría sobre el idiota. Se dio cuenta de su error bajo una lluvia de patadas, puñetazos y una nutrida razón de spray de pimienta”.[ 231 ] Nuestro“ democrático” queer cierra su narración con la siguiente conclusión:“ Ofrecemos una