Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 82

las barricadas. Es rechazar el trabajo, ocupar amistades criminales y el rechazo completo de compromisos. Es el caos que no puede ser parado”.[221] Los objetivos del texto, por su parte, se hacen expresos al cierre del mismo prólogo: “Esperamos que esta publicación pueda contribuir de alguna manera a la huelga de género que quemará totalmente este mundo”.[222] La publicación en cuestión recoge testimonios de queers que vale la pena citar, para dimensionar al lugar al que nos ha conducido el feminismo y la ideología de género: “Yo nunca he sido pacíficx. El mundo me violenta y yo sólo deseo violencia hacia el mundo. Cualquiera que intente quitarme mi pasión para la sangre y el fuego, quemará junto con el mundo al que se aferraba de manera tan desesperada”[223], nos advierte un queer de manera amenazante. Representativo de la lucha imposible que estos sujetos emprenden contra la naturaleza, y las frustraciones que de ella se derivan, es la siguiente narración de otro travesti queer: “Con algo de tristeza, reconozco a mi padre en mi reflejo. Tanto mi ‘spiro’ como mis píldoras de estrógenos se acaban hoy y yo me estoy enloqueciendo. Probablemente iban a llegar el lunes, pero quizás se han perdido en correos (…). Quiero gritar. Estoy a punto de estallar. Estoy controlando el deseo de abofetearme, así empiezo sueños a ojos abiertos en mi cubículo gris. Veo un avión de línea secuestrado girar y apuntar directamente a mi escritorio. (…) Hay un flash cegador, yo desaparezco, y todo quema”.[224] Otro queer, en similar sentido, admite: “Hay algo dentro de mí que a veces desea volverse sordo a este ritmo, pero yo sé que no sería bastante como para calmar los ecos del género en mi cuerpo y en mi vida diaria, que he intentado silenciar incesantemente a través de hormonas, alcohol, drogas, y escribiendo ensayos estúpidos”.[225] Otros queer han usado esas páginas para contar y celebrar los actos de violencia perpetrados. Uno de ellos nos relata que un vecino que había osado manifestarse públicamente contra una marcha queer fue atacado por los miembros de este movimiento: “Acababa de celebrar su cuadragésimo primer cumpleaños el 9 de junio (de 2009), así que pensamos entregarle unos regalos atrasados en forma de fuertes puñetazos. El grupo le golpeó hasta que aparecieron los maderos [policías] y nos fuimos por la parte trasera del parque sin ningún arresto”.[226] Otro sujeto festeja el ataque preferido de todos, el que se perpetra contra la Iglesia Católica: “La pasada noche le hice una visita a la Iglesia Católica. Cerré con super glue [pegamento] varias de sus cerraduras y reventé unas pocas ventanas. Estoy segurx de que toda persona que haya cometido un acto de sabotaje sabe lo increíble que se siente. Si no lo has hecho, realmente deberías experimentarlo por ti mismx”.[227] Y con el espíritu tolerante y democrático que caracteriza a esta gente, agrega: “La Cristiandad necesita ser prendida, empalada en una estaca”.[228]