Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 81

absurdo les parezca”.[218] Posiblemente el arquetipo humano más fiel a las prácticas contra-sexuales, al posporno y al pornoterrorismo, no sea otro que Armin Meiwes, mejor conocido como el “caníbal de Rotenburg”, quien buscaba por Internet personas de su mismo sexo que estuvieran dispuestas a dejarse comer sus genitales. El final de la historia, acaecida en Alemania, es bien conocida: Meiwes encuentra a alguien que accede a dejarse extirpar el pene para ser freído y posteriormente devorado por ambos participantes. Esta historia de deseo “contra-sexual” pone de manifiesto los límites de nuestras prácticas culturales respecto de nuestras condiciones naturales: el sujeto mutilado morirá a los pocos minutos desangrado en una bañera. La realidad puede ser negada, pero los efectos de la realidad no pueden ser evitados. Lo que sí es inevitable concluir, es que la ideología queer genera un cóctel explosivo de odio, violencia y frustración individual. La interminable lucha contra la naturaleza que los movimientos queer llevan adelante, está perdida de antemano; y las frustraciones de esa derrota inevitable se canalizan en sentimientos de ira contra la sociedad en general, y el hombre heterosexual en particular. Hay, en efecto, muchas teóricas queer que han llamado a practicar de forma abierta la violencia. Pero también existen teóricos afines al movimiento queer que han hecho lo propio, como es el caso del comunista norteamericano Peter Gelderloose, arrestado por las fuerzas de seguridad de su país por participar precisamente en actos de violencia política. Este ha escrito un libro titulado Cómo la no violencia protege al Estado (2007), donde propone al feminismo acciones como las que siguen: “Matar a un policía (…) prenderle fuego a la oficina de una revista que conscientemente publicita un estándar de belleza que conduce a la anorexia y a la bulimia o secuestrar al presidente de una empresa que trafica con mujeres. (…) Atacar a los más notables y probablemente incorregibles ejemplos del patriarcado es una manera de educar a la gente en la necesidad de una alternativa”.[219] Existen, asimismo, libros y publicaciones queer donde se relatan experiencias violentas reales como triunfos políticos contra la “heteronormatividad” y el capitalismo. Uno de estos libros de reciente aparición fue titulado Espacios peligrosos. Resistencia violenta, autodefensa y lucha insurreccionalista en contra del género (2013), de autoría colectiva. La deuda de la ideología queer con la izquierda se hace explícita aquí: “Los movimientos de la Nueva Izquierda con sus declaraciones nos han empujado hacia el hecho que la lucha se encuentra en muchos más frentes, que la simple lucha de clases”.[220] Y su introducción arranca así: “Hay una violencia que libera. Es el asesinato de un homófobo. (…) Es el incendio y la liberación de visiones. Es romper ventanas para expropiar comida. Es el madero [policía] quemado y disturbios detrás de