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comprimen los plexos venosos, impidiendo el retorno de la sangre.[211] ¿Podemos
hallar estas mismas condiciones anatómicas en, digamos, para seguir con la propuesta
de Preciado, un brazo humano? Si la respuesta es evidentemente negativa: ¿No será
entonces que la designación de los órganos sexuales y erógenos es una consecuencia de
los datos de nuestra realidad anatómica y fisiológica desentrañados por las ciencias
naturales, y no de una “conspiración heterosexual” que el capitalismo montó para
oprimirnos, argüida por algunos vendedores de humo de las ciencias sociales?
El psicólogo Andrés Irasuste ha seguido de cerca importantes estudios sobre las
perversiones, que han llevado adelante psicoanalistas y psiquiatras de renombre como
Charles Socarides, Masud Khan, Joyce McDougall, Christopher Bollas, Albert Ellis,
entre otros. Irasuste entiende que prácticas sexuales como las aquí mencionadas
constituyen perversiones en tanto que quienes las practican se relacionan con el otro
como objetos transicionales: “El otro ya no es alguien con quien se haga el amor por
deseo, es un objeto al que se lo inviste de una sádica voluntad, o es una parcialidad
susceptible de llenar pulsiones parciales: un ano que anule el dique de la sexualidad
limpia y decorosa, un cuerpo dador de excremento (o comedor de excremento), un
recipiente de esperma, una piel, superficie a la cual flagelar para hacer sangrar, para
ser mordida (incluso comida), un cuerpo con el cual practicar la masturbación letal o el
coito con ahorcamiento y asfixia”.[212]
Sólo bajo los marcos ideológicos que estamos describiendo puede leerse el
fenómeno del llamado “Posporno”, que desembarcó en muchos países de América
Latina, y cuyas performances incluso han sido presentadas en instituciones académicas,
como la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ante la
complicidad o asentimiento de las autoridades. Las militantes feministas practicaron en
aquella oportunidad, julio del año 2015, rituales sadomasoquistas en los pasillos
públicos de la Facultad y otras prácticas que Preciado consideraría “contra-sexuales”.
Como nota de color, la izquierda más ortodoxa y “retrógrada” desaprobó la presunta
performance “artística”, porque dejaron excremento y orina humano en los espacios
públicos, dado que incluyeron prácticas coprofílicas en el mentado “show”. Los
medios de comunicación estuvieron analizando y discutiendo el hecho durante dos días
enteros, siendo la pusilanimidad, expresión arquetípica de la dictadura de género y de
lo políticamente correcto, lo que caracterizó las reflexiones de los “bienpensantes”
periodistas que dejaban entrever su temor por resultar “anticuados” en sus
consideraciones.
¿Pero en qué consiste concretamente una performance “posporno”? ¿Dónde se
presentan? ¿Cuál es su objeto? A menudo suelen ofrecerse espectáculos “posporno” en
antros concurridos por un puñado de gente, que raramente supera las cincuenta