Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 77

Foucault: “El nombre de contra-sexualidad proviene indirectamente de Foucault, para quien la forma más eficaz de resistencia a la producción disciplinaria de la sexualidad en nuestras sociedades liberales no es la lucha contra la prohibición (como la propuesta por los movimientos de liberación sexual anti-represivos de los años setenta), sino la contra-productividad, es decir, la producción de formas de placer-saber alternativas a la sexualidad moderna”.[205] Así, lo que se busca, otra vez, es negar la realidad biológica de nuestros cuerpos para inventar excentricidades que “subviertan” las funciones eróticas del pene y la vagina: “La contra-sexualidad afirma que el deseo, la excitación sexual y el orgasmo no son sino los productos retrospectivos de cierta tecnología sexual que identifica los órganos reproductivos como órganos sexuales, en detrimento de una sexualización de la totalidad del cuerpo. (…) El sexo es una tecnología de dominación heterosocial que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica del poder entre los géneros (femenino/masculino), haciendo coincidir ciertos afectos con determinados órganos, ciertas sensaciones con determinadas reacciones anatómicas”.[206] Y a continuación, Preciado nos ofrece un pintoresco ejemplo de cómo resistir el “sistema heterocapitalista”: “La práctica del fist-fucking (penetración del ano con el puño), que conoció un desarrollo sistemático en el seno de la comunidad gay y lesbiana de los años 70, debe considerarse como un ejemplo de alta tecnología contra-sexual. Los trabajadores del ano son los proletarios de una posible revolución contra-sexual”[207], dice la profesora dejando ver las raíces marxistoides de su pensamiento. Todo esto puede sonar a broma, pero es una palpable realidad con correlatos concretos en la práctica. Preciado pretende innovar en lo que respecta a “actuaciones contra-sexuales”, y brindará entonces un manual de prácticas denominadas “dildotectónicas”, pues se implementarían con ayuda de un “dildo” (consolador) y contribuirían a “sexualizar” otras partes del cuerpo en la lucha contra la “hegemonía del pene y la vagina” que instauró el “heterocapitalismo”. Una de ellas consiste en atar un consolador a un taco de aguja, e introducírselo en el ano. Pero no basta con la práctica en sí; hay todo un ritual que recomienda Preciado para que la práctica sea verdaderamente “contra-sexual”: “Desnúdese. Prepare una lavativa anal. Túmbese a lo largo, y repose desnudo durante 2 minutos después de la lavativa. Levántese y repita en voz alta: dedico el placer de mi ano a todas las personas portadoras del VIH. Aquellos que ya sean portadores del virus podrán dedicar el placer de sus anos a sus propios anos y a la abertura de los anos de sus seres queridos. Póngase un par de zapatos con tacón de aguja y ate dos dildos con cordones a los tobillos y a los zapatos. Prepare su ano para la penetración con un lubricante adecuado. Túmbese en un sillón e intente darse por culo con cada dildo. Utilice su mano para que el dildo penetre su ano. Cada vez que el dildo salga de su ano, grite su contra-nombre viciosamente. Por ejemplo: «Julia, Julia». Después de siete minutos de auto-dildaje, emita un grito estridente para