Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 67

Vilar pretende “deconstruir” esquemas culturales, y en consecuencia otorga una gran importancia a la cuestión de los conceptos y las palabras, como el caso de “honor viril”, el “sexo bello”, “dar la vida por la mujer”, entre otros, que serían creaciones femeninas para someter al varón y mantenerlo bajo su yugo. Lo más sorprendente es que invirtiendo el lugar de opresores y oprimidos, Vilar acaba brindándonos las mismas conclusiones que el feminismo radical: que la institución familiar es opresiva; que la propiedad privada es el fundamento de dominación de uno de los sexos; que el matrimonio es un disvalor; que tener hijos es superfluo y sólo acrecienta la opresión; que el hombre es, en una palabra, irreconciliable e incompatible con la mujer. Llegar a la misma conclusión partiendo de una hipótesis exactamente inversa nos habla a las claras del carácter fantasioso de todos estos planteos, feministas y misóginos, por igual. V- La ideología “queer” No podríamos empezar este apartado sin responder antes a una pregunta que surge del propio subtítulo: ¿Qué es aquello que llamamos “queer”? La palabra “queer” es de origen inglesa; aparecida en el Siglo XVIII, por entonces surgió como un insulto para denominar a aquellos que corrompían el orden social: verbigracia, el borracho, el mentiroso, el ladrón. Pero pronto la palabra también empezó a utilizarse para referirse a aquellos a quienes no les cabía bien ni la caracterización de mujer ni de hombre. Como la filósofa queer Beatriz Preciado afirma, “eran ‘queer’ los invertidos, el maricón y la lesbiana, el travesti, el fetichista, el sadomasoquista y el zoófilo”.[166] Pero aquello que en sus inicios fue un insulto, a partir de mediados de los años ´80 del Siglo XX fue reapropiado políticamente por los mismos a quienes se pretendía injuriar. Grupos homosexuales como Act Up, Radical Furies o Lesbian Avangers, empezaron a utilizar la palabra “queer” como autodenominación, y pronto la etiqueta hizo furor al interior de este tipo de agrupaciones. El insultado tomaba con “orgullo” el insulto y se lo aplicaba, desafiantemente, a sí mismo, neutralizando y luego invirtiendo la carga valorativa del mismo. Se dice que lo “queer” es parte de un movimiento “post-identitario”, es decir, de un movimiento que pone en cuestión todo tipo de identidad. De modo que lo queer sería inclasificable dentro de las categorías de “hombre”, “mujer”, “gay”, “lesbiana”.