Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 56

persecuciones. En la ciudad de Shantou hoy puede visitarse un museo que recuerda gran parte de todos estos horrores que Simone de Beauvoir celebró. En efecto, la ideología de género tiene su origen y desarrollo en el seno de la ultraizquierda como veremos a lo largo de este subcapítulo; no se trata de un fenómeno ideológico que se desprenda de ninguna corriente moderada ni centrista, a pesar de que el correctismo político de nuestros tiempos haya adoptado a pie juntillas la mayoría de sus postulados. Al momento de escribir su obra El segundo sexo, De Beauvoir está advirtiendo que las concepciones ortodoxas del marxismo, tal las repasadas en apartado anterior, no aciertan en su aplicación real encarnada en la Unión Soviética con las promesas de liberación femenina. El ideal maternal del stalinismo no iba de la mano de las ideas de una detractora de la maternidad como De Beauvoir.[121] El problema económico es ciertamente determinante en tanto que condición necesaria; pero a todas luces se presenta insuficiente a los ojos de nuestra escritora. Y aquí es donde ella da un gran paso al poner en primer plano la necesidad de un cambio cultural de fondo: en las costumbres, en las creencias, en la moral. Sus esfuerzos por explicar el conflicto a través de una mezcolanza entre marxismo y psicoanálisis ya encuentra antecedentes nada menos que en las propuestas teóricas de la Escuela de Frankfurt, institución intelectual tan importante y hasta decisiva en la edificación teórica de lo que aquí llamamos “neomarxismo” o “marxismo cultural”. No obstante, preciso es no engañarse. De Beauvoir sólo parece tener críticas para con la sociedad occidental y capitalista. A lo largo del millar de páginas que contiene su obra, prácticamente no puede leerse críticas para con la opresión de las mujeres en el bloque comunista. Antes al contrario, podemos leer pasajes apologéticos como el que sigue: “Es en la URSS donde el movimiento feminista adquiere la máxima amplitud”.[122] Y llega incluso a predecir, fallidamente por supuesto, que bajo el régimen comunista la liberación de la mujer estaba asegurada: “El porvenir no puede por menos que conducir a una asimilación cada vez más profunda de la mujer en el seno de una sociedad otrora masculina”.[123] Hasta miente o ignora de manera flagrante cuando anota que “excepto en la URSS, en todas partes le está permitido a la mujer moderna considerar su cuerpo como un capital para explotarlo”.[124] En efecto, pretende hacer creer al lector que el comunismo, consecuente con la promesa de Engels, ha acabado con la prostitución cuando, en rigor, esto nunca ocurrió tal como vimos anteriormente. La pregunta que surge de inmediato es: ¿Era De Beauvoir malintencionada, o simple y tristemente aquello que Lenin llamaba “idiota útil”? Comoquiera que sea, vayamos directo al contenido de El segundo sexo, la obra más importante del feminismo del Siglo XX. La tesis central de la autora es que “mujer” es un concepto socialmente construido, es decir, carente de esencia, artificial,