Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 48
especiales para la mujer, se fundó el Instituto Lebensborn donde se proveía albergue a
mujeres en situación de calle, etcétera. No debería ser necesario aclarar que estos
ejemplos no exculpan el genocidio nacional-socialista, aunque parece cada vez más
necesario aclarar lo otro: tampoco exculpan el genocidio comunista, que además
ocasionó homicidios en masa en cantidades mucho mayores que las del mismísimo
hitlerismo, aunque esto último sea pecado decirlo.[95]
Ahora bien, volviendo a la URSS, la legislación y los esfuerzos del Estado
soviético en materia sexual durante el período leninista, especialmente durante la
década del ‘20, se resumieron en la destrucción de la familia. Como hemos visto, estas
intenciones ya estaban impresas en el primer maestro, Karl Marx, y en su socio
Friedrich Engels. ¿Y por qué el comunismo se empeña en lograr tal cosa? Por una
sencilla razón: la institución familiar supone un resguardo del individuo y sus
relaciones más próximas frente a la intromisión del Estado. Se trata, pues, de un
espacio de amplios grados de autonomía frente a la esfera política. Vale recordar al
respecto que la dicotomía de la esfera doméstica/esfera pública ya estructuraba el
pensamiento social y político de los filósofos de la antigüedad (el pensamiento
platónico y su comunismo rudimentario ya hacía expresa la intención de abolir la
institución familiar en favor de la organización totalitaria de la polis). En efecto, la
familia educa a los hijos, reproduce tradiciones, mantiene creencias y valores al
margen del dirigismo de los mandones de turno. La familia es, en una palabra, el núcleo
de la sociedad civil, y la sociedad civil constituye la dimensión que resulta absorbida
en regímenes totalitarios por la política, donde ésta lo invade todo. De tal modo que
está en el Partido Comunista el interés natural de anular estos espacios donde su
intromisión no está asegurada y, al contrario, que pueden llegar a bloquearla. Ya decía
Lunacharski, ministro de Educación y Cultura en 1918, que “este pequeño centro
educativo que es la familia, esta pequeña fábrica (…) toda esa maldición (…) llegue a
ser un pasado caduco”.[96] La Internacional Comunista reclamaba el “reconocimiento
de la maternidad como función social. Los cuidados y la educación de los niños y
adolescentes correrán por cuenta de la