Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 35
cuando recibe el encargo de escribir Pensamientos acerca de la educación de las
niñas, donde ya empieza a formar sus ideas en defensa de una enseñanza que incluyera
al sexo femenino, y llega a la cima con el citado Vindicación de los derechos de la
mujer, redactado en apenas seis semanas de 1792, donde abroga por la participación
política de la mujer, el acceso a la ciudadanía, la independencia económica y la
inclusión en el sistema educativo.
Quien recogerá el legado de Wollstonecraft durante buena parte del Siglo XIX
en Inglaterra no será, sin embargo, una mujer, sino un hombre: John Stuart Mill. Su libro
La sujeción de la mujer, publicado en 1869, es su obra más importante en esta materia,
editada no sólo en su país de origen, sino también en Estados Unidos, Australia, Nueva
Zelanda, Alemania, Austria, Suecia, Italia, Polonia, Rusia, Dinamarca, entre otros
países.
Allí, Mill hace concreto hincapié en la desigualdad ante la ley entre hombres y
mujeres, criticando especialmente el régimen marital de su época, el cual concedía
derechos legales sobre los hijos solamente al padre (ni con la muerte del marido la
madre gozaba de custodia legal de los hijos), enajenaba cualquier propiedad que
pudiera tener la mujer en favor de su esposo, y hacía de ella prácticamente una
propiedad de aquél: “La mujer no puede hacer nada sin el permiso tácito, por lo menos,
de su esposo. No puede adquirir bienes más que para él; desde el instante en que
obtiene alguna propiedad, aunque sea por herencia, para él es ipso facto”[67] escribe
John Stuart Mill. No obstante —es justo subr ayarlo— el suyo no fue sólo un trabajo
intelectual. También llevó, como diputado de la Cámara de los Comunes, estas
demandas a la arena política. Así, propuso (sin éxito) que, en el marco de una reforma
electoral que se trataba en sus días, se cambiase la palabra “hombre” por “persona”, de
modo que pudiera habilitar el voto femenino.
En este marco, en 1869 Inglaterra ve nacer la Sociedad Nacional del Sufragio
Femenino, y en 1903 la Unión Social y Política Femenina[68], cuyo lema “Voto para
las mujeres” —nombre también de su periódico semanal— presiona al Parlamento para
que incluya políticamente a las mujeres. El objetivo recién sería cumplido en 1918, tras
varios años de mucha tensión política y social.
En Francia, por su parte, la primera ola feminista tiene su origen en la polémica
Revolución de 1789. Durante esos días se genera una manifestación de feminismo de la
cual poco se conoce, cuando un grupo de mujeres entienden que han quedado excluidas
de la Asamblea General conformada tras la revolución, y hacen oír sus voces en los
llamados “Cuadernos de Quejas”.