Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 30
vanguardia’; la tarea crítico-utópica ecomunitarista hoy es colocada en manos de un
bloque social heterogéneo, con forma de movimiento, que agrupa a los asalariados, los
excluidos de la economía capitalista formal, las llamadas ‘minorías’ (que a veces son
mayorías, como las mujeres, y algunas comunidades étnicas en algunos países), las
minorías activas (sobre todo en movimientos, partidos, sindicatos y organizaciones no
gubernamentales, y en especial muchas de carácter ambientalista), los pueblos
indígenas que sin asumir una postura identitaria a-histórica esencialista, quieren
permanecer y transformarse sin aceptar el dogma de los ‘valores’ capitalistas de la
ganancia y del individualismo, y los movimientos de liberación nacional que combaten
el recrudecido imperialismo yanqui-europeo”.[54]
El argentino Atilio Borón sigue esta misma línea, aunque hace hincapié en la
necesidad de “construir” —es decir, fogonear el conflicto— en lugar de “encontrar” al
sujeto de la nueva revolución socialista, con claras reminiscencias a Laclau: “No existe
un único sujeto —y mucho menos un único sujeto preconstituido— de la transformación
socialista. Si en el capitalismo del siglo XIX y comienzos del XX podía postularse la
centralidad excluyente del proletariado industrial, los datos del capitalismo
contemporáneo (...) demuestran el creciente protagonismo adquirido por masas
populares que en el pasado eran tenidas como incapaces de colaborar en —cuando no
claramente opuestas a— la instauración de un proyecto socialista. Campesinos,
indígenas, sectores marginales urbanos eran, en el mejor de los casos, acompañantes en
un discreto segundo plano de la presencia estelar de la clase obrera”.[55] Así pues, lo
que debe hacer el nuevo socialismo es recoger, impulsar y agitar “las reivindicaciones
de los vecinos de las barriadas populares, de las mujeres, de los jóvenes, de los
ecologistas, de los pacifistas y de los defensores de los derechos humanos”[56], a
través de la estrategia hegemónica, es decir mediante la unión de todos estos micro-
conflictos que hemos analizado anteriormente. “En conclusión —anota Boron—, la
construcción del ‘sujeto’ del socialismo del siglo XXI requiere reconocer, antes que
nada, que no hay uno sino varios sujetos. Que se trata de una construcción social y
política que debe crear una unidad allí donde existe una amplia diversidad y
heterogeneidad”.[57] Puesto en términos de la teoría post-marxista que ya hemos visto:
de lo que se trata es de lograr una hegemonía socialista que aglutine todos los
elementos de conflagración social posible.
Habíamos dicho antes que la hegemonía sólo tenía sentido en un marco social
donde el conflicto entre los distintos grupos fuera la regla. El marxismo tradicional
encontró un único conflicto fundamental que lo abarcaba todo: el de las clases sociales
—es decir, el conflicto económico—. Pero como el nuevo socialismo ha tenido que
minimizar —prácticamente abandonar— la visión estrictamente clasista, necesita hacer
irrumpir nuevos conflictos, de distintos tipos, que puedan encontrar su hilo conductor en