Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 197

destruir. Conteste con el espíritu izquierdista consistente en anular la responsabilidad personal y echar siempre culpas en el afuera, el homosexual recién captado encuentra ahora un enemigo externo y además culpable de su malestar interior, lo cual genera en él una suerte de alivio psicológico circunstancial, y como éste nunca se ha tomado el tiempo de politizarse lo suficiente, sus nuevos referentes del grupo le dan una banderita multicolor en una mano y un gallardete del Che Guevara en la otra, y el inexperto activista es lanzado a la militancia catártica con un libreto básico pero efectista, a tal punto que lo acaba convirtiendo en un furioso militante de una causa que en el fondo les es muy ajena, aunque él la suponga como propia. ¿Y por qué razón la nueva izquierda escogió y promovió al homosexualismo como uno de los grupos militantes para teledirigir hacia su causa? Las respuestas son muchas y buscaremos ofrecer las que consideramos más relevantes. Por un lado, es un dato sobrado que varios de los pensadores y dirigentes homosexualistas (sean éstos homosexuales o no) que hemos repasado son de izquierda (Reich, Marcuse, Hay, Foucault, Freyre, Hocquenghem, Schifter Sikora, Vidarte y Preciado, además de los locales Perlongher, Anabitarte, Jáuregui o Meccia, entre tantos otros que hemos visto) y en sus tesis siempre han especulado en mayor o menor medida en promover esta suerte de simbiosis consistente en trasladar la vieja lucha de clases hacia otro tipo de conflictos sociales en pugna, procurando mantener vigente la tensión dialéctica más allá de cuál sea la causa que lo genera. Asimismo, la izquierda, ante estos nuevos interlocutores (los homosexuales) puede seguir enarbolando fantasías igualitarias (que antes eran económicas y ahora son culturales) y si bien no es propio de la izquierda hablar a favor de la “libertad”, ésta siempre abrevó históricamente en el concepto de “liberación”, el cual hoy fue readaptado y además, esa exhortación liberacionista tiene una connotación inseparablemente unida a la de la “rebelión”: nadie se libera si no se rebela. ¿Rebelarse y liberarse ante qué o ante quién? Antes era ante el “imperialismo”, “los poderosos”, los “detentadores de los medios de producción” y varias otras abstracciones, pero en el tema que nos ocupa se le propone al homosexual liberarse de la “superestructura patriarcal” que tanto lo ha marginado y destratado, la cual se encuentra conformada por la Iglesia Católica y la familia tradicional. De esta manera se incita al sodomita reclutado a romper con la Iglesia, la familia y la tradición cultural occidental, a quienes se sindica como culpables de los sinsabores emocionales que él habría padecido por el mero hecho de “ser diferente”. ¿Y por qué razón la izquierda busca por blanco estos tres ítems (Iglesia, familia y tradición)? En verdad buscó