Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 196

autodestructiva de manera implícita puesto que a través de una relación homosexual no puede jamás propagarse la especie humana, y si el porcentaje de homosexuales en lugar de ser insignificante fuese masivo, la humanidad correría riesgo grave de extinguirse. Por otra parte, encontramos que la homosexualidad es una conducta autodestructiva de manera directa, porque todo aquel que incurre en ella se expone a situaciones de altísimo riesgo y al acecho de enfermedades múltiples, tal como fuera expuesto de sobra en las páginas anteriores. Es decir: todo cuanto hemos dicho en este capítulo relativo a lo insano que significa practicar la homosexualidad, no tiene otra finalidad más que poner de manifiesto que la ideología de género no sólo es perniciosa y peligrosa por el hecho de esconder tras de sí un modernizado propósito comunizante, sino porque además, el instrumento usado para su embozada imposición política es objetivame nte dañino para quienes son incentivados a practicarlo, más allá de que, huelga repetir hasta el hartazgo, no negamos el derecho a que cada uno viva su intimidad como le plazca, en tanto y en cuanto en el uso de esa potestad no se lesionen derechos de terceros. La homosexualidad como banderín comunizante Y tras todo lo expuesto: ¿qué tiene que ver el “hombre nuevo izquierdista” con un homosexual? Absolutamente nada. Y aunque con las limitaciones naturales del caso, en el único sistema conocido en el cual el sodomita ha podido desarrollar su vida afectivo-sexual es en el capitalista-occidental. Sin embargo, el sujeto homosexual ha sido hoy capturado por los mismos sectores que no hace mucho lo hubiesen inflamado a latigazos y, encima, le han inyectado un discurso ideológico que le sirve de alivio personal y de cruzada militante al servicio de una causa que ni siquiera es la suya. Un joven homosexual probablemente ha padecido angustias, dudas, conflictos de identidad y confusiones. Quizás por su desacomodada condición nunca se sintió del todo establecido en su vida social (colegio, club, cumpleaños, salidas) y ha gastado muchas energías no en politizarse sino en tratar de auto-encontrarse o definirse y ver exactamente desde qué lugar se va a parar en su vida social y familiar. Luego, aparecen estos grupos de izquierda que en el afán de reclutarlo lo ensalzan, lo contienen, le presentan a otros reclutas en su misma situación, y los titiriteros que lo captan le dicen al joven homosexual que sus insatisfacciones no son consecuencia de su contrariada tendencia sino que él es “víctima” de un patrimonio cultural opresor. ¿Y cuáles son esas instituciones opresivas? La Iglesia, la familia y la tradición: o sea, “casualmente”, los pilares de la civilización occidental que la izquierda siempre ha pretendido