Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 185
desautorizadas las voces que consideran a la homosexualidad como un desarreglo que
bien podría ser un sentimentalismo neurótico[548]: “Existe la idea generalizada de que
entre una persona con actividad homosexual y otra que no la tiene no hay grandes
diferencias, exceptuando su ‘orientación sexual’. En realidad, las personas con
comportamiento homosexual presentan, de hecho, más problemas de salud
específicos a su condición y/o estilo de vida. En un estudio que se publicaba
en 1997 se objetivaba que los colectivos de hombres con actividad homosexual
presentaban una esperanza de vida parecida a la existente en 1871”[549], concluyó el
científico-médico Jokin de Irala[550] en su libro Comprendiendo la homosexualidad.
¿Es entonces la homosexualidad una anormalidad? No somos nosotros las
personas autorizadas para responder esta disputada pregunta, pero desde una
perspectiva afirmativa y con pedagógica exposición televisiva el acreditado médico
dominicano Miguel Núñez sostuvo sin ambages que “La homosexualidad es anormal.
De la simple observación de la composición de un hombre se nos permite inferir que
éste no tiene un órgano sexual receptor para recibir a otro hombre como pareja y de la
simple observación de la mujer, vemos que ésta no tiene un órgano de penetración para
tener a otra mujer como pareja. Asimismo, el genotipo (composición genética) del
hombre es XY, eso define lo que es un hombre genéticamente y si lo miras por fuera, es
decir lo que llamamos fenotipo (cómo luce alguien por fuera), te darás cuenta que ese
individuo también luce como hombre: entonces un individuo que es hombre por dentro
(genéticamente) y hombre por fuera (fenotípicamente) y que quiere entrar en una
práctica contraria a su naturaleza, ¿cómo no vamos a llamar a eso anormal? Algo que es
tan básico en genética debiera darnos una idea de cómo debiéramos reaccionar para
orientar a esa persona para que eso que es anormal no se desarrolle”[551]. Por estos y
otros motivos, no son pocos quienes sostienen además que la sodomía no sería una
práctica “normal” dado que conceptualmente, la Real Academia Española define lo
“normal” del siguiente modo: “Dicho de una cosa: que por su naturaleza, forma o
magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano”[552], vale decir, según este
axioma, anormal constituiría toda conducta que no sirva ni siga a la “norma”. ¿A qué
norma? En este caso a la norma o las normas que emanan del orden natural, orden en el
cual a la conducta humana se le añade además de sus tendencias inherentes, la
inteligencia, que es la que en definitiva guía nuestras acciones. Dicho de otro modo: el
orden es la recta disposición de las cosas según su fin y lo natural es aquello que nos es
dado por la naturaleza misma. O sea que, el orden natural es todo aquello que indica
una disposición u ordenación a un determinado fin conforme con lo que cada cosa es.
Luego, las piernas nos fueron dadas a los humanos para caminar. Podríamos caminar
también en “cuatro patas” usando las manos emulando a los perros. Pero si eso
hiciéramos, además de “caminar” de una manera mucho más lenta de lo habitual no
tardaríamos en sentir dolores corpóreos con secuelas físicas graves, dado que no