Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 186

estaríamos usando aquello que nos fue dado según el fin determinado (en este caso haríamos un uso insano e irregular de nuestras extremidades), sino conforme incómodas contorsiones que atentarían no sólo contra nuestro buen andar pues aún contra nuestra salud física. Vale decir, que para que el uso de aquello cuanto nos fue dado sea correcto, éste debe estar en armonía con su naturaleza y en sentido contrario, aquellas conductas en desacuerdo con nuestra naturaleza serían consideradas como incorrectas o antinaturales. Esto que pretendemos explicar de la manera más sencilla y doméstica posible, ya ha sido desarrollado in extenso por filósofos de fuste y no es nuestro objetivo entrar en materia tan delicada, sino apenas brindar una aproximación ejemplificativa[553]. De más está decir que los ideólogos de la “teoría del género” no van a compartir estas posturas tan “autoritarias” y ellos van a sostener que en verdad “cada uno es lo que siente ser”, y que cualquier otra connotación o clasificación que del tema se pretenda elaborar no dejaría de ser una “arbitrariedad cultural”. Efectivamente, tal como vimos, según estos sectores la identidad de uno mismo se basa únicamente en la “auto-construcción” o en la mera “auto-percepción”. Sobre esto último, un profundo documento elaborado por médicos, filósofos, teólogos y psicólogos chilenos que fuera oportunamente publicado a nivel local por la UCA[554] alega que: “La identidad práctica está condicionada o limitada, en primer lugar, por la misma identidad constitutiva sobre la que se posa. Si alguien mide 1,80 metros no puede auto- interpretarse como una persona enana, y si lo hiciera, evidenciaría algún desequilibrio en su relación con la realidad (…) Negar la vinculación estrecha que existe entre la persona, su corporeidad y su ser para los otros, es fruto del desconocimiento de la finalidad inherente a la condición sexuada del ser humano”[555]. Complementariamente, el filósofo argentino Carlos Sacheri (que fuera asesinado por la guerrilla marxista en 1974), en conocido libro titulado El Orden Natural, con lenguaje sencillo ejemplifica anotando que “la experiencia cotidiana nos muestra que los perales dan siempre peras. Por no sé qué deplorable ´estabilidad´ las vacas siempre tienen terneros y no jirafas ni elefantes, y, lo que es aún más escandaloso, los terneros tienen siempre una cabeza, una cola y cuatro patas…Y cuando en alguna ocasión aparece alguno con cinco patas o con dos cabezas, el buen sentido exclama ‘¡Qué barbaridad, pobre animal, qué defectuoso!’ Reacciones que no hacen sino probar que no sólo hay naturaleza sino que existe un orden natural”[556]. Pero en cuanto lo que a la ideología del género respecta nosotros seguimos indagando y ejemplificamos lo siguiente: si un jugador de tenis dice “ser mujer” y decide inscribirse en el circuito de competición femenino, ¿debe ser aceptado en dicha liga para no ser “discriminado” entonces? Va de suyo que aceptarlo implicaría un desatino consistente en afectar a las mujeres ante la presencia competitiva de una persona de naturaleza distinta y portadora de una fuerza