Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 174

programas de televisión, y el gay-macho, fetiche (con frecuencia militar o policial) presente a partir de los años ‘80 en toda una iconografía principalmente estadounidense y principalmente pornográfica, son los nítidos prototipos (tipos ideales, según la clásica conceptualización de Max Weber) imaginarios o tenidos como reales de homosexualidad masculina feminizada (HFM) y de la homosexualidad masculina monosexualizada (HMM)”, pero este último ejemplar de homosexual virilizado, según Meccia, no deja de contar con una alta dosis de impostura: “En este sentido, dejar ver en la biblioteca un libro de Borges no leído cumpliría la misma función de reaseguro ascendente que deja ver cuán poco afeminado se es y, concomitantemente, cuánto de igual con respecto a los heterosexuales son algunos homosexuales a pesar de ser homosexuales, reconfortante punto de llegada de una eficiente estrategia simbólica”[516]. En el fondo, esta sobreactuación de invertidos musculosos no hace más que confirmar aquella despiadada confesión de Guy Hocquenghem: “uno siempre siente un poco de vergüenza por sentirse orgulloso de ser homosexual”[517]. Respecto de “las locas” a las que refiere Meccia, estos se caracterizan por su obsesión por alcanzar la delgadez extrema propia de las modelos, y si bien el 95% de la población que padece patologías alimentarias del tipo de la anorexia o bulimia son mujeres, del 5%[518] restante que afecta a varones, la abrumadora mayoría de ellos son sodomitas: la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Columbia confirmó que los homosexuales tienen triple riesgo de padecer anorexia respecto de los heterosexuales[519]. En lo referido al segundo arquetipo señalado, el del homosexual que sobreactúa de “macho”, en la Argentina de los últimos años probablemente el exponente más emblemático haya sido el figurón televisivo Ricardo Fort, indefinible personaje cuyo cuerpo esculturalmente operado y anabolizado junto a las rentadas novias ficcionarias que él presentaba mediáticamente para simular su homosexualidad, terminaron desmoronándose al conocerse no sólo su adicción a los “taxi boys”[520] sino su fama en los saunas y pubs “gay friendly” de Miami. Pero Fort pudo hacerse “el macho” poco tiempo. Murió a los 42 años intoxicado por las obsesivas e infinitas operaciones estéticas a que se sometía para aparentar musculatura y virilidad, las cuales fueron progresivamente deteriorando su salud. Fue un triste gigante de cartón. Pero no sólo existen rivalidades o jerarquías en la idiosincracia homosexual en torno a formas estéticas, sino también en cuanto a roles (según quién sea el sujeto activo o el pasivo en la actividad venérea) y sobre ello, el sociólogo marxista Pierre Bourdieu en su libro La dominación masculina sostiene que en el caso de la sodomía, la dominación “no va unida a los signos sexuales visibles sino a la práctica sexual. La definición dominante de la forma legítima de esa práctica como relación de dominación