Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 173

Renglones menores merecen algunos travestis “de inferior calidad”, puesto que aunque con alguna fama mediática, estos nunca alcanzaron un lugar “top” en la farándula a pesar de haber coqueteado fugazmente en ella. Nos referimos a ciertos lúmpenes que fueron utilizados por la industria del entretenimiento para la mofa y el ridículo, tal el caso de Miguel “Cacho” Dekleve, más conocido como “Zulma Lobato” —enajenado personaje caracterizado por un marcado estrabismo y sus incompletas piezas dentales — o este otro que se hace llamar “Naty Menstrual”[512], sodomita periférico que funge de literato y se dio el lujo de publicar un bizarro libro de “porno- poesía”, oportunamente difundido por el diario psicobolche Página 12 en su “sección cultural”. Indudablemente, los años ‘90 fueron de esplendor y consolidación para estas corrientes, y las mismas se hacían mediáticamente visibles disputando espacio físico con sus respectivos estandartes en las “Marchas del Orgullo Gay”, colorinche peregrinación anual de corte trasnacional que en la Argentina comenzó a implementarse a partir del año 1992[513] y que desde entonces se moviliza y organiza siempre el mes de noviembre, con reclamos sucesivamente más audaces y procaces, siendo que todo ese enrarecido ambiente se encuentra abarrotado de grupos y subgrupos que se odian entre sí, pero que de todos modos pujan exitosamente por obsesiones comunes. Las causas del internismo El citado sociólogo homosexualista Ernesto Meccia, acerca del feroz internismo obrante en el seno del ambiente vernáculo anota que “son varias las organizaciones que denuncian que el trabajo político de otras organizaciones no incluyen una crítica cultural al sistema social”, agregando que “no es casual que el conflicto interno involucre por un lado a la organización más antigua, la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), y por otro, a organizaciones y/o empresarios independientes de la causa que, fincados en espacios académicos, despliegan el arsenal conceptual de la Queer Theory”[514] y refiere “llama la atención la virulencia con que unas organizaciones atacan a otras”[515]. Pero al parecer en este microclima no sólo hay peleas por matices ideológicos y personalismos políticos sino que, además, son frecuentes las pujas entre los distintos “arquetipos” visuales de homosexuales y que justamente por pertenecer a diferentes clanes estéticos se desprecian entre sí, tal como nos lo explica Meccia: “Las clásicas figuras de ‘loca’, cuya función ha sido la de dar notas cómicas en varias películas y