Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 169
simpatía, sino porque advertían que no podían perder tiempo en estos galimatías
ideológicos mientras “la Peste Rosa” arrasaba con sus miembros: por ejemplo, los dos
hermanos Jáuregui murieron de SIDA. Roberto en 1994 y Carlos dos años
después[487].
Digresión: cuando a princi pios de los años ‘80 el SIDA acorralaba a la
comunidad homosexual a nivel mundial, desde el comienzo de la epidemia el
Cardenal de Nueva York, John O’Connor, inauguró el primer centro a-religioso de
atención a pacientes con SIDA de Estados Unidos. Desde entonces, la Iglesia
Católica —frecuentemente ultrajada y agredida por el activismo feminista y sodomítico
— es la institución privada más comprometida a nivel mundial en la lucha contra
este mal tan frecuente en la población agresora para con ella: actualmente uno de cada
cuatro enfermos de SIDA (el 25%) está siendo atendido por instituciones de la Iglesia
Católica e incluso, en países pobres, la Iglesia asiste al 60% de los afectados, siendo
que los recursos para estos servicios los recauda la propia Iglesia de fuentes privadas y
no de gobiernos[488].
Pero retomando a la militancia homosexualista vernácula, vale resaltar que si
bien por entonces las prioridades fueron clínicas antes que ideológicas, no obstante en
la intelectualidad surgieron algunas plumas de valor aparente, siendo la más reconocida
la del escritor Oscar Villordo, cultor de un género literario al que sus afectos
denominaron “homo-erotismo”, cuyos libros son considerados de culto en esos
circuitos[489]. Villordo tampoco escapó del SIDA: murió de esa enfermedad en 1993.
No sin fundamentos, la “Peste Rosa” causaba pánico en el ambiente homosexual
y numerosos famosos morían en todo el mundo como resultado de ello y, en lo que a la
Argentina concierne, por entonces sacudió a la opinión pública la muerte de numerosos
artistas homosexuales, tal el caso en 1988 de Federico Moura (cantante del grupo
musical “Virus”), el de Miguel Abuelo (cantante de la banda “Los Abuelos de la
Nada”) en 1988, o la muerte del bailarín clásico Jorge Donn en 1992.
Ante el efecto dominó del SIDA, cualquier lugar o espacio era aprovechado por
los miembros de esta comunidad para intentar concientizar a propios y ajenos: el
comediante Antonio Gasalla —humorista que habitualmente se trasviste representando
personajes femeninos— desde su programa televisivo arengaba a sus correligionarios
con una procaz y desesperada exhortación: “¡No seas forro, usá forro!”[490].
El homosexualismo noventista