Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 168

como “un notable pensador”, aunque el verdadero “mérito” de este enviciado agitador no haya sido otro que el de ser considerado por sus análogos como el “padre del movimiento homosexual” y hay quienes, además, le atribuyen el “galardón” de ser el primer activista “queer” de origen local. La reflexión más profunda que se le recuerda rezaba: “La revolución sexual solo será posible cuando los heterosexuales socialicen su culo”[484]. Democracia y Peste Rosa Como fuera mencionado, durante 1984 en Buenos Aires se funda la CHA (Comunidad Homosexual Argentina), capitaneada por Carlos Jáuregui y secundada por Roberto, su hermano dos años menor, oriundos de La Plata. Todo indica que la de los Jáuregui era una familia atípica: no sólo ambos hermanos eran homosexuales, sino que sus otras dos hermanas eran lesbianas. Carlos Jáuregui debutó (como activista) en la agitación parisina del mes de mayo pero de 1981, cuando los homosexuales franceses salieron a las calles a celebrar el triunfo socialista de Francois Miterrand: “Ese fue el motor que decidió mi posterior militancia en el movimiento gay”[485], señaló. Desde entonces, él mantuvo a lo largo de los años ‘80 una intensa actividad militante tras fundar la CHA, organización que presidió en 1984 pero a la que luego tuvo que renunciar en 1987 por celos y riñas internas. Su hermano Roberto —en quien Carlos se apoyaba políticamente— también tuvo una participación militante pero no tanto en la CHA sino en otra organización colateral que se conoció como la “Fundación Huesped[486]”, la cual ponía un contradictorio foco en la lucha contra el SIDA: esta organización encomiaba la homosexualidad y a la vez bregaba por curar esa enfermedad, o sea que ensalzaba la causa que lo generaba y después luchaba contra su desdichada consecuencia. Durante el lapso comprendido entre los años ‘80 y parte de los ‘90, las estrategias de los movimientos homosexualistas se dividían entre quienes querían impulsar la ideología de género de corte neomarxista que hemos estado viendo y los que, en cambio, preferían priorizar las campañas informativas de prevención contra el SIDA, que a la sazón estaba haciendo estragos entre la población homosexual. Y a pesar de la promoción disolvente del gramscismo educativo que desde el Estado imponía el régimen eurocomunista de Raúl Alfonsín, muchos promotores de la homosexualización cultural decidieron por lo pronto desactivar sus esfuerzos en la difusión de sus teorías pansexualistas pero no porque dichas ideas no les causaran