Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 159
disponer de “su cuerpo” y otra distinta es disponer del cuerpo de un tercero, y que
encima ese tercero sea nada más y nada menos que su propio hijo y cuya “disposición”
consistiría en asesinarlo. Y tan independiente es el cuerpo del niño respecto del de la
madre, que ni siquiera forma parte del cuerpo de la progenitora la placenta, ni el
cordón umbilical ni tampoco el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha
generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le son necesarios para sus primeras
fases de desarrollo y los abandona al nacer, de modo semejante a cómo años después
del nacimiento, el propio niño abandona los dientes de leche cuando ya no le son útiles
para seguir creciendo. Por tanto, sostener que el hijo forma parte del cuerpo de la
madre constituye o mala fe o ignorancia: conste que en general los ideólogos e
intelectuales del progresismo podrás ser sindicados como pérfidos pero rara vez como
ignorantes.
Pero volviendo al insistente tema de la “dependencia del niños respecto de la
madre”, cabe agregar que por otra parte un bebé recién nacido también mantiene un
altísimo grado de dependencia a expensas de la madre —más allá de que tras nacer
respire por sí o se alimente sin cordón umbilical—, dado que si ésta lo desatiende
apenas por unas horas, el niño no tardaría en expirar: ¿Tiene más dignidad un pequeño
de cinco años de edad que uno nacido hace cinco días dado que éste es más
dependiente que aquél por no saber hablar ni caminar?
Lo más paradójico, es que las feministas hipócritas que agitan banderines en
olímpico desprecio por la vida del niño por nacer, son las mismas pandilleras que
luego militan al servicio de millonarias ONG’s “ambientalistas” para bregar contra la
caza de ballenas en Rusia, enfurecerse por el ensuciamiento petrolífero de pingüinos en
la Patagonia, velar en favor de mosquitos africanos en aparente peligro de extinción o
refunfuñar por las riñas de gallos que aún persisten en algunas ciudades de
Latinoamérica: proponen el genocidio infantil pero patalean ante la tala de árboles.
Sin dudas, el agitador urbano del tipo lumpen-progresista (en su versión lesbo-
feminista o trotsko-varonil) no sólo es un verdadero idiota útil al servicio de los
grandes laboratorios abortistas que ganan millones traficando órganos de menores
abortados, sino que además trabaja de corista gratis para la Internacional filicida
financiada por la Fundación Ford, la Fundación Rockefeller, la Planned
Parenthood[473] y la Bill & Melinda Gate, no sin el auspicio del Fondo de Población
de las Naciones Unidas (UNFPA) el cual a su vez añade ingentes recursos para los
zurdos millonarios de Amnistía Internacional, el Grupo de Activistas Lesbianas
Feministas (GALF), el Movimiento Amplio de Mujeres y otras corporaciones
trasnacionales de izquierda bien rentadas en dólares y cuyas cabecillas llevan una
confortable vida rentística bien dispuesta a disfrutar de los beneficios de la “sociedad