Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 158

cabo de los 21 días el corazón comienza a latir y bombear sangre. En ese mismo lapso empieza además a diferenciarse el cerebro y aparecen esbozos de lo que luego serán las piernas y los brazos. A las cuatro semanas ya empiezan a formarse los ojos. Desde la semana quinta se estima que el bebé ya siente el gusto, el tacto y el dolor. A las seis semanas la cabeza tiene su forma casi definitiva, el cerebro ya está muy desarrollado, comienzan a formarse manos y pies, y muy pronto aparecerán las huellas dactilares (las mismas que tendrá toda su vida). Transcurridos los cuarenta días, la actividad cerebral ya consigue ser captada por el electroencefalograma. A las ocho semanas el estómago comienza la secreción gástrica. Aparecen las uñas. A las nueve semanas se perfecciona el funcionamiento del sistema nervioso: reacciona a los estímulos y detecta sabores, pues se ha comprobado que si se endulza el líquido amniótico —en el que el bebé nada dentro del vientre materno— ingiere más, mientras que si se sala lo rechaza. A las once semanas el bebé ya se chupa el dedo —algo que puede verse perfectamente en una ecografía—. Y en definitiva, a partir del nacimiento el único cambio que el niño técnicamente transita es el relativo a la modificación del sistema externo de apoyo a la vida inherente a sus métodos de alimentación y obtención de oxígeno. El almanaque progresista ¿Entonces en qué cuernos radica este pasatiempo progresista consistente en especular con las semanas del almanaque como quien juega con la “Batalla Naval”[472] para ver si al bebé lo matamos este martes o lo salvamos para la semana siguiente? ¿Tiene más dignidad el bebé no nacido según la edad de gestación? ¿Lo podemos salvar dos horas después de cumplirse el plazo “aprobado” por el vanguardismo solidario pero no dos horas antes de cumplida la fecha del benevolente salvataje socialista? Interesan las preguntas porque otras de las pseudo- argumentaciones aborteras nos dicen que “en la panza el bebé es totalmente dependiente de la madre”, por ende en aras de esta dependencia “la cosa” sigue siendo parte del cuerpo de la progenitora y es potestad de ella decidir matar al menor o no. Pero el hecho de que en una determinada fase de su vida el hijo necesite el ambiente del vientre materno para subsistir, no implica que sea una parte distinta de la madre. Como fuera dicho, desde la fecundación el niño tiene ya su patrimonio genético y su propio sistema inmunológico diferente del de la madre con quien mantiene una relación que, para ejemplificar, diríamos que es asimilab le a la que sustenta un astronauta respecto de su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar transitoriamente adentro forma parte de la misma. Nadie le niega a la mujer el derecho a disponer de su cuerpo, pero una cosa es