Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 157

se lo mata antes del nacimiento, entonces allí sí técnicamente estamos ante un aborto. No obstante los diferentes tiempos en el crimen, ambos homicidios conforman lo que se conoce como el filicidio, si es que el asesinato fue ocasionado con la acción o consentimiento de la progenitora y/o el progenitor. Sin embargo, los partidarios del aborto minimizarán esta situación en función de una serie de arbitrariedades que ellos escogen en el calendario, y entonces han inventado que si el embarazo es reciente, el aborto puede ser viable dado que “todavía no está formada la persona” —es habitual que las feministas y los psicobolches que le dan letra lo justifiquen como mínimo hasta los tres meses de preñez—. Pero entonces, ¿a partir de qué semana y de qué hora empieza la vida? ¿Con la unión del óvulo y el espermatozoide o cuando el supersticioso almanaque progresista así nos lo impone? En efecto, los ideólogos del género alegarán que antes de una determinada cantidad de semanas no hay tal víctima, puesto que el producto de la concepción “todavía” no es un ser humano sino una simple masa informe de protoplasma y, por ende, el aborto no sería mucho más que la eliminación de un parásito (así lo definió textualmente la maoísta Simone de Beauvoir), es decir que por el momento el bebé no sería más que un molesto y desechable amasijo de carne enquistado en el vientre materno. La ciencia por encima de las paparruchadas ideológicas Pero no son los fetichismos progresistas sino la ciencia desde la embriología y la biogenética la que nos ha demostrado con absoluta certeza que la vida humana comienza en el momento en el cual se unen el gameto masculino (espermatozoide) y el gameto femenino (óvulo), y es en este proceso de fusión cuando se acoplan 23 cromosomas del espermatozoide con 23 cromosomas del óvulo materno. Esto forma el cigoto, es decir un nuevo ser conformado en su inicio por 46 cromosomas con su material genético propio y un sistema inmunológico diferente del de la madre. Vale decir, después de la fertilización del óvulo no hay ninguna otra etapa en la que el embrión reciba una nueva y esencial contribución genética para ser lo que ya se es. Desde entonces, el embrión sólo necesita nutrición, oxígeno y tiempo para alcanzar la plena maduración de un hombre adulto. Este nuevo ser humano comienza a desarrollarse como tal desde el instante mismo de la concepción. Luego, el cigoto no es un ser humano en potencia: sino un ser humano con gran potencial. A los 14 días de la concepción se inicia el desarrollo del sistema nervioso. Al