Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 148
Pero las extravagancias siempre pueden dar un paso más y en Suecia, la
Juventud del Partido Popular Liberal acaba de aprobar una moción para promover que
en su país sea permitido el incesto entre hermanos y la necrofilia (antesala del
casamiento incestuoso y del matrimonio con los muertos): “Entiendo que (la necrofilia
y el incesto) pueden ser vistos como inusuales y repugnantes, pero la legislación no
puede basarse en si algo es desagradable o no”, dijo la libertaria Cecilia Johnson
(versión euro-nórdica de la stand-upista Gloria Alvarez), presidenta de LUF en
Estocolmo. Eso sí, la dirigente tomó la burocrática precaución de aclarar, respecto a la
necrofilia, que debe existir previamente un permiso escrito por parte de la persona
antes de morir, y por lo tanto “debe ser su propia decisión lo que sucede con su cuerpo
después de la muerte: si desea dejar sus restos a un museo o si desea permitir que
alguien se acueste con ellos”[456]. En fin, ya es sabido desde hace tiempo que los
libertarios de ahora no tienen mucho que ver con los liberales históricos. Es decir con
aquellos cruzados que en un mundo signado por el totalitarismo defendían la libertad
individual a capa y espada sin por ello perder de vista que existen limitaciones y
condicionamientos razonables a la misma (tanto sea por impedimentos del orden natural
como de la propia vida en comunidad). Labor bien distinta a la que hoy protagonizan
ciertas estudiantinas bullangueras, guisa de neo-hippismo y utopismo twittero que tan
gratuita y funcionalmente trabaja para el marxismo cultural aunque sus activistas no lo
adviertan. Pero quien sí lo advirtió y retrató con regocijo socarrón fue el propio freudo-
marxista Herbert Marcuse, quien mofándose de estos anarquistas de juguete años atrás
anotó: “El enemigo tiene ya su ‘quinta columna’ dentro del mundo limpio: los hippies y
sus semejantes, con el cabello largo y sus barbas y sus pantalones sucios: aquellos que
son promiscuos y se toman libertades que les son negadas a los limpios y
ordenados”[457], elegante manera de Marcuse de tildar de idiotas útiles a quienes
creyéndose sus enemigos, velan gratis en su favor.
En suma, la disparatada casuística de “matrimonios” rebuscados podríamos
acumularla y citarla en libro aparte, pero basta un puñado de ejemplos bien actuales
para advertir hasta dónde se pretende naturalizar la insensatez so pretexto de no ser un
insensible “discriminador”. Pero respecto puntualmente al matrimonio entre
homosexuales, conforme la lógica aristotélica, la no discriminación consiste en “el trato
igualitario entre iguales”, por ende, no otorgarle a éstos el derecho a contraer
“matrimonio” no encarna discriminación alguna, dado que no son “iguales” sino
justamente homosexuales. Y si bien la condición de homosexual a una persona no la
hace ni más digna ni menos digna que un heterosexual, sí la hace distinta. Y por las
propias características de su manera sexual de vincularse, no es pertinente obtener
ningún artilugio legal para ejercer una función social que la propia naturaleza le niega.
Dicho de otra manera: adjudicarle discriminación al Estado por no avalar el