Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 147
esta tesis va en detrimento del matrimonio de verdad, puesto que si el vicio se sienta al
lado de la virtud so pretexto de una “coexistencia pacífica”, se sabe que es la virtud la
que se degrada al ser equiparada con un subproducto irregular. Dicho de otro modo, al
colocar lo óptimo en pie de igualdad con lo inconveniente, se nivela para abajo y así lo
confiesa y reconoce con burlón regocijo el homosexualista español Paco Vidarte: “Nos
da la risa cuando vemos el cabreo que se han pillado los fachos porque les hemos
reventado hasta hacerlos trizas su significante tan querido ‘matrimonio’. Yo los
comprendo. Tienen toda la razón. Si dos lesbianas se pueden casar lo mismo que el hijo
de la marquesa con la hija del empresario entonces es que el matrimonio ha dejado de
tener significado, ya no tiene ningún sentido para los que lo inventaron”[452]. Dejando
a un lado el tono socarrón de Vidarte, lo cierto es que a este agravio confeso cabría
agregarle el dato de que el matrimonio entre hombre y mujer acabaría convirtiéndose en
una simple especie dentro de un impreciso género matrimonial, el cual pasaría a
mostrarse no como un noble ideal a alcanzar sino como un mero rejunte de voluntades
amatorias sin ningún otro requisito que la constatación del ocasional deseo de las
indeterminadas partes de apiñarse, sea que ese apetito venéreo provenga de un hombre
y una mujer, de dos personas del mismo sexo, o de varias personas que pretendan
formar una suerte de hacinamiento multilateral: “Ahora nos sentimos como un
verdadero matrimonio” declaró el semental holandés Victor Bruijín al “casarse”
simultáneamente con dos esposas (Bianca de Bruijn, de 31 años, y la novia de ambos,
Mirjam Geven, de 35). Efectivamente, Victor y su esposa conocieron a Mirjam
(divorciada de la ciudad de Middelburg) por medio de un chat de Internet, y tan sólo
dos meses después de este contacto, Mirjam se trasladó a convivir con la pareja, la
cual tomó la precaución de comprar una cama más grande a fin de facilitar
espacialmente las componendas amorosas triangulares: “Ellas son bisexuales. Hubiese
sido más difícil si fueran heterosexuales así no tenemos celos”, detalló el contorsionista
presunto del trípode conyugal[453].
Tampoco generó mayores problemas de celos el “matrimonio” entre un adulto
australiano de 20 años (Joseph Guiso) y su perra, puesto que la buena predisposición
afectiva del animal para con su amo confirmaría que el canino prestaba consentimiento
tácito para materializar el zoofílico vínculo “familiar”[454].
“Anotaron al primer bebé con triple filiación en la Argentina”[455], tituló el
diario Infobae el 23 de abril del 2015, dando cuenta de una criatura llamada Antonio,
cuyo padre embarazó a una lesbiana que a su vez está “casada” con otra lesbiana y por
ende, el niño fue nota de los diarios por tener el “privilegio” de llevar el apellido de
los tres: el de las dos lesbianas convivientes y el del proveedor de semen. Antes se
decía que un padre podía tener tres o cuatro chicos. ¿Ahora la duda es saber cuántos
padres tendrá un chico?