Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 140

contradicción con el igualitarismo ideológico tan caro al discurso de su respectiva agenda. O sea que la “ideología de género” impuso la paradoja de brindarle una connotación patológica no a quienes atentan contra el orden natural sino a quienes lo defienden. No es para menos; la exoneración de todo aquel que se resista al engaño cultural fue una técnica que también supo ser definida por el precitado delincuente idiomático Paulo Freyre: “Cuando la creación de una nueva cultura es apropiada pero se la ve frenada por un ‘residuo’ cultural interiorizado es preciso expulsar este residuo por medios culturales. La acción cultural y la revolución cultural constituyen, en diferentes momentos, los modos apropiados para esta expulsión”[431]. Luego, nada más efectivo que inventarle a todo detractor de la ideología de género el infamante apodo de “homofóbico” y así, expulsarlo de la contienda dialéctica: denuesto artificial que ya fue indulgentemente recogido como propio por el grueso de los acobardados exponentes del centrismo bienpensante y el libertarianismo funcional. Pero estrategias sucias al margen preguntamos: si a los defensores del orden natural se los considera “homofóbicos” y por ende enfermos (dado que la fobia es una patología): ¿Cómo puede ser entonces que se acuse de manera insultante al “homofóbico” por ser tal si al ser un enfermo no sólo no habría que reprocharle su “fobia” sino contenerlo y auxiliarlo? Indudablemente, la incorporación acrítica de dicha fabricación lingüística con pretensión despreciativa es otro gran triunfo publicitario de la nueva izquierda. Y si no es “homofobia” el insulto, la palabra talismánica utilizada en su reemplazo por los voceros del género y sus bienpensantes colaterales es justamente “discriminación”, muletilla por anto