Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 136

(completitas las muchachas), quienes festejan de su lideresa la científica elucubración que enarbola el esfínter como oloroso estandarte de la neo-revolución sexual igualitaria. Pero Preciado no se priva de ir a más con sus maquinaciones y cuestiona sin ambages el injusto “estigma” que padecen además los “pobres” pedófilos y dice: “Las estrategias de conocimiento y control que llevan a la estigmatización o la criminalización social estaban desplazándose desde la figura decimonónica del homosexual, absorbida y normalizada por la ‘cultura gay’, hasta la figura del pedófilo como nuevo límite de lo humano (…) ¿Qué quiere decir pedofilia? ¿Cuál es la relación política que existe entre los constructores de edad y de sexualidad? ¿Cuál es la máquina social que la pedofilia encarna? ¿Qué produce y que consume esta máquina pedofílica? ¿Qué placer colectivo nos procura la sexualización de la infancia? ¿Cuál es el deseo sublimado tras el delirio paranoico frente a la pedofilia? ¿Acaso no es el miedo a reconocer los deseos pedófilos colectivos que se codifican y territorializan a través de la institución de la familia lo que nos hace ver e inventar al pedófilo como figura de lo abyecto?”[418]. Es evidente que Preciado, en su defensa de la pedofilia, es una discípula fiel de sus ilustres maestros de la pornocracia marxista: en 1977 fue dirigida una petición al Parlamento francés pidiendo la derogación de la ley sobre la despenalización de todas las relaciones consentidas entre adultos y menores. Ese documento fue firmado por Michel Foucault, Jacques Derrida, Louis Althusser, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Roland Barthes, y Guy Hocquenghem, entre otros[419]. Pregunta al lector: ¿Ud. dejaría a su hijo en custodia y confianza de alguno del cúmulo de ideólogos “de la diversidad” que en todo el trayecto de lo que va del texto hemos referenciado? Si su respuesta es sí, valoramos su apertura y desprejuicio. Si su respuesta es no, lo felicitamos por su recto sentido de la responsabilidad paternal.