Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 125

recogida años después y con mucha mayor difusión internacional por el francés Michel Foucault, intrincado personaje nacido en 1926 y cuyo predicamento entró en auge a partir de los años ´ 60, en plena ebullición juvenil-cultural que derivara en los conocidos sucesos de mayo del ´ 68 en la mismísima París.
Y sin el menor ánimo de trazar una biografía sobre Foucault, lo cierto es que a este individuo no lo podemos soslayar dado que fue directa o indirectamente el atormentado patriarca doctrinal— o al menos al más influyente— de todo lo que hoy se denomina como marxismo cultural, y tanto su pluma como su persona son referencia obligada en todos los intelectuales, ideólogos y activistas de izquierda que le sucedieron en el tiempo.
Michel Foucault fue un personaje multidisciplinario: incursionó en la sociología, la filosofía, la psicología y también se quiso hacer el historiador, dedicando su corta e intensa vida a cuestionar al mundo occidental y sus instituciones [ 379 ]. Y si bien él se autodefinía como“ nietzscheano”[ 380 ], no por ello dejó ser un consecuente comunista— se afilió al Partido Comunista Francés en 1950 [ 381 ]—, coqueteó también con ciertas ideas estructuralistas y sus tesis mantenían la insistencia de ver en todo el orden que lo rodeaba una suerte de aviesa conspiración de dominación por parte del“ sistema”[ 382 ] de poder capitalista, cuyos tenebrosos dominadores eran no necesariamente los detentadores de los medios de producción— tal como lo afirmaba el marxismo clásico—, sino fundamentalmente los detentadores del“ saber”, sapiencia que según Foucault era usada a través de los facultativos por medio de una compleja maquinaria creada no para asistir al hombre sino para vigilarlo y controlarlo. Incluso Foucault trasladaba la relación de explotación o dominación económica que sostenía el marxismo a los vínculos socioculturales interpersonales: el cura respecto del feligrés, el médico respecto del paciente o el policía respecto del ladrón, por ejemplo. Y por ende, el grueso de sus libros apunta a cuestionar a las instituciones en que actúan estos“ agentes del saber”: la Iglesia, el hospital, el establecimiento penitenciario, etcétera.
Y dentro de los sistemas disciplinarios que denunciaba, mantuvo siempre un especial ensañamiento para con los hospitales y, por añadidura, con la medicina [ 383 ]. Pero he aquí un detalle que no podemos omitir: Foucault era bisnieto, nieto, hijo y hermano de médicos que siempre insistieron y promovieron en él la idea— nunca concretada— de que continuara vocacionalmente con esa tradición familiar: ¿ Intentaba Foucault resolver catárticamente conflictos personal-familiares en sus escritos a los que luego disfrazaba con un revolucionario barniz académico? Interesa la pregunta porque si bien no solía escribir libros autorreferenciales, siempre se explayaba sobre asuntos que claramente estaban relacionados con sus traumas personales. Por ejemplo, es sabido que Foucault había estado al borde de la locura y en probable búsqueda de su