Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 123
volvió loco. En la duda, conforme a las universales normas del debido proceso legal,
cabría tenerlo por inimputable del delito de corrupción. Cuya prueba material él
documentó en todas sus obras”[373].
Pero con la muerte de Reich su obra no termina, y según sus seguidores y
discípulos, el gran continuador y perfeccionador de su pseudociencia fue el sociólogo
alemán Herbert Marcuse (nacido en 1898), iconográfico exponente de la entonces
naciente Escuela de Frankfurt[374], otro que como buen comunista escapó del
totalitarismo europeo para irse a vivir a los Estados Unidos y desde allí disfrutar del
confort y la libertad de cátedra —trabajó en las Universidades de Columbia, Harvard,
Boston y San Diego—. Fue durante esta aburguesada vida como revolucionario de
gabinete, cuando Marcuse publicó su influyente libro de inspiración freudo-marxista —
texto clave en el tema que nos ocupa— titulado Eros y Civilización (publicado en
1955), el cual sostenía que la heterosexualidad no era más que una imposición de la
“cultura dominante” con finalidad productiva y reproductiva. En ese texto, Marcuse
efectúa un análisis entre la puja interna existente entre el “Eros” —que es el instinto del
placer vinculado a la sexualidad— instalado en el inconsciente, y la “realidad
condicionante” —esto último vendría a ser algo similar al concepto del “Super Yo” de
Sigmund Freud—, que no es otra cosa que el contexto sociocultural que según el autor,
nos reprime el deseo primario. Luego, el comunista Marcuse termina culpando al
capitalismo por ser la sociedad “represora” que deliberadamente censura y obstaculiza
el placer con el fin de que el hombre tenga que trabajar todo el día para producir y
subsistir y, con ello, focalizar toda su libido en el trabajo “a expensas de los
poderosos”.
Y como la “economía de mercado” —según yerra Marcuse— explota al hombre
más que cualquier otro sistema, entonces en esta maldita sociedad de consumo aparece
lo que él denomina la “represión excedente ”, es decir aquella represión conformada
por toda la parafernalia cultural de occidente (religión