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Capítulo 2: Los pensadores de la perversión
Por Nicolás Márquez
La primera generación
También a comienzos del Siglo XX pero desde el Viejo Continente y con mayor
complejidad académica, empezaban a pulular algunos facultativos cuya prédica obró de
punta de lanza de lo que más adelante explotaría como lo que hoy conocemos de esta
revolución cultural cooptada por el comunismo sexualizante del Siglo siguiente. De
entre estos voceros primigenios, probablemente el pionero haya sido el psiquiatra
Wilhelm Reich, nacido el 24 de marzo de 1897 en el imperio austrohúngaro.
Proveniente de una familia judía cuya vida se desarrollaba en un ámbito rural,
Wilhelm Reich creció junto a sus padres, quienes convivían en un clima hostil plagado
de fatídicas peleas y escenas de celos entre sí. Luego, el propio Wilhelm advierte que
su madre era amante de su preceptor y no duda en revelarle esa incómoda situación a su
padre, pero este último no pudo soportar tan ingrata noticia y se suicidó. Estos y otros
conflictos personales habrían traumado la vida de Reich para siempre y signaron lo que
luego fueron las delirantes teorías sexuales y pseudocientíficas que esbozó durante su
trajinada vida como sabio pretenso.
Discípulo de Sigmund Freud, Reich se afilió al Partido Comunista en 1928 e
intentó juntar psicoanálisis y revolución marxista no sin plasmar esta mezcolanza con
proposiciones que escandalizaban a propios y extraños. Tanto fue así que ante la falta
de “preocupación erótica” en el seno del Partido Comunista, Reich exhortó a apoyar a
los jóvenes en su emprendimiento pansexualista anotando que “la conciencia (de la
juventud) de su derecho a organizar su vida (sexual) la obligará inexorablemente a
luchar por él. Sólo necesita todavía un apoyo, una organización, un partido que la
comprenda, la ayude y la represente”[368], y con motivo de su militancia partidaria,
creó unas raras organizaciones de la “juventud obrera para una política sexual” (se la
denominaba como SEXPOL), emprendimiento porno-marxista en el cual hasta el
stalinismo puso reparos y no tardó en expulsar a Reich del partido por sus
excentricidades concupiscentes.