Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de La Nueva Izquierda Agustin Laje y Nicolas Marquez - El Libro Negro de | Page 117

Con estas dialécticas pretensiones, el infatigable Harry Hay creó un primer grupo militante conocido como la “Sociedad Mattachine”, cónclave que según él mismo confesó: “fue incuestionablemente el comienzo del moderno movimiento homosexual” cuyo objetivo era “unificar, educar y dirigir a toda la masa de desviados sociales”[352]. Meta que el propio Hay promovió con su triste ejemplo personal, dado que además de dirigente homosexual fue un incansable promotor de la NAMBLA[353] (North American Man/Boy Love Association, Asociación norteamericana por el amor entre hombres y chicos), aberrante corporación mundial de pedófilos en la cual el propio Hay disertaba como invitado de honor en sus repugnantes tertulias, en las cuales declaraba autorreferencialmente que cuando él tenía nueve años fueron varios los hombres que lo buscaron “y le dieron la oportunidad de aprender el amor y la confianza en edad tan precoz”[354]. Fue durante esta retorcida militancia cuando Hay incursionó también en la promoción de la androginia, deliberadamente propagada en el manifiesto de su Sociedad Mattachine: “Nosotros, los andróginos del mundo hemos formado este colectivo responsable para demostrar por medio de nuestro esfuerzo, que nuestras limitaciones físicas y psicológicas no son impedimento para ser un 10% de la población mundial que contribuye al progreso social de la humanidad”[355]. Como vemos, en esta suerte de “declaración de principios”, Hay hace mención a uno de los mitos más exitosamente repetidos por la militancia homosexual —que perdura hasta nuestros días—, el cual consiste en agigantar las cifras poblacionales de quienes practican esta actividad genital a los efectos de “normalizar” o “naturalizar” la conducta y así, exhibirla como una praxis masificada o de uso corriente, aunque en verdad el publicitado número del “10% de población mundial homosexual” no revista ninguna correspondencia con la realidad. Vayamos a cuentas sobre este último punto que no es un debate menor. El origen de este insistente truco matemático consistente en cuantificar el número poblacional homosexual se basó en difundir ciertos datos oportunamente adulterados por el conocido zoólogo Alfred Kinsey, un psicópata que además de homosexual era conocido por su afección a la pedofilia, el sadomasoqiusmo y la zoofilia[356], quien en un publicitado informe publicado en los años ´50, sentencia justamente que el 10% de la población era homosexual habitual y que al menos un 20% de la humanidad había mantenido en alguna ocasión sexo homosexual. Esta estafa pseudocientífica fue fundamentada por Kinsey tras “estudiar” 5300 casos de pac ientes presuntos, sin aclarar que varias decenas de los consultados eran prostitutos particularmente escogidos, otros tantos pedófilos especialmente seleccionados; 1500 encuestados eran presidiarios y más de 1200 fueron convictos condenados ni siquiera